jueves, 20 de febrero de 2020

Somos Parásitos ... por Ivan Gelibter


Ni una sola butaca libre en un día entre semana. Así ha reaccionado el público malagueño (imagino que pasará lo mismo en toda España) con la reposición en las pantallas de 'Parásitos', el filme coreano que ha conseguido ser el primero en 92 años de historia que consigue alzarse con el Oscar a la mejor película sin ser muda o hablada en inglés.

A muchos podrá llamar la atención este 'hype' con una película coreana, pero basta ver lo que este país ha ofrecido en los últimos años para observar que es una cuestión que se caía por su propio peso. Desde Park Chan-wook hasta el propio Bong Joon-ho, la industria no ha escatimado en propuestas extremadamente valientes que funcionan como espejo de una sociedad que en lo malo se parece mucho a la nuestra.

Las interpretaciones sobre 'Parásitos' son muchas y muy variadas, pero si en algo coincide la mayoría es en entender que esta mezcla de 'thriller' y comedia negra analiza a la perfección el conflicto actual entre clases. O como lo hubiera planteado el Podemos primigenio, los de arriba contra los de abajo.

Esta situación, que en la película es prácticamente literal, nos debiera hacer pensar más allá de los magníficos giros de guión que presenta Bong Joon-ho. Es precisamente esa acumulación de riqueza de unos pocos frente la miseria moderna de la mayoría. Es esa metáfora -que se clava en el cerebro del espectador- sobre el olor desagradable que tienen los pobres lo que nos pone frente a frente con un país -el nuestro- que si bien no nos ha condenado aún a vivir en un semisótano, sí que nos obliga a hacerlo en un zulo a precios desorbitados.

Nos parece escandaloso que la familia pobre parasite a dos 'snobs' a través de engaños y manipulaciones, pero se nos olvida que ninguno podemos tirar la primera piedra sin al menos pensárnoslo un poco. Por eso, 'Parásitos' hay que verla al menos dos veces. La primera para disfrutar del cine con mayúsculas de alguien que ya fue capaz de sobrecogernos con 'Madre' y con las 'Memorias de un asesino en serie'. Pero después, el filme necesita un segundo visionado para captar las costuras; el mensaje (afortunadamente ideológico) que el director instala en cada plano de esa mansión de ensueño. Un escenario construido de manera artificial para derrochar sin medida las diferencias entre unos y otros.

Por eso prefiero pensar que el último giro de guión no está en ese 'desbarre' del final, sino en la capacidad del espectador para entender que son ellos, los que se enriquecen a nuestra costa, los verdaderos parásitos de este mundo.

Ivan Gelibter

No hay comentarios:

Publicar un comentario