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Analizar es preciso, pero sobre todo se requiere honestidad y objetividad para hacerlo. Ambas precisan de una metodología propia, nada equiparable a lo que usan los partidos políticos. Sus cúpulas, mediante elaboraciones mentales, razonamientos al pelo y una capacidad casi ilimitada para situarse por encima de lo que ocurre, trasladan las causas de los fracasos a los de afuera, a los agentes, a las circunstancias…. Y siempre justificando el éxito, que pudo haber existido o el que tendrán que fabricar. Por ejemplo, Susana Díaz, ha creado uno a su medida: el PSOE en Andalucía ha frenado el populismo, y se queda tan pancha.
Las redes sociales se llenan de parabienes para quienes creen que han ganado y de aquellos que asumen la derrota.Incluso llegando a confesar públicamente la decepciónMenudean comentarios que califican el resultado como insulto a la inteligencia. Tachar al pueblo de idiota, por ejemplo, refleja un estado de enajenación o mosqueo.Conviene recordar que cuando se juega, a esto de votar, es preciso aceptar las reglas del juego y, salvo pucherazo o fraude, la resultante de la mezcla aleatoria de múltiples voluntades y pensamientos. En democracia, la de verdad, respetables todas y todos. La transformación social requiere de la aceptación (como punto de partida) de la realidad a transformar y esto, aunque a alguien no le guste, es lo que damos como pueblo. Una advertencia necesaria, hay quien, minoritariamente, llega a proponer que solo ‘las personas capaces’ deberían tener derecho al voto. ¡Ojo!, con este discurso, porque primero no te dejan votar y luego te exterminan. ¡Exagerado!. Un repaso de la historia de los fascismos es más que aconsejable.
Fdo Rafael Fenoy Rico
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