La escritora, gestora cultural y vocal de Feminismo del Ateneo considera que el paro del 8M forma parte de una realidad «imparable» que las tiene a ellas como «protagonistas y a ellos como nuestros cómplices»
Todas las facetas que desde hace años acompañan la intensa trayectoria profesional de Cristina Consuegra como escritora, gestora cultural y activista convergen este jueves con motivo del Día Internacional de la Mujer. Convencida de que esa militancia ha de ser asumida por las mujeres, pero también por los hombres, la vocal de Feminismo del Ateneo impulsa junto a la presidenta, Victoria Abón, un completo ciclo de actividades durante el mes de marzo y que arrancan de manera simbólica en la huelga de este 8M.
– ¿Hay motivos para el paro?
–Sí, se dan todos los motivos. El principal es que las mujeres hemos liberado la voz para reclamar otro orden social; pero esto no es una huelga contra un sistema económico o una forma de hacer política, sino contra un sistema fallido que hace infelices a las mujeres y también a los hombres.
– ¿A los hombres?
–Por supuesto: a nosotras nos quitan los privilegios y sufrimos los estigmas de ser maltratadas, discriminadas o violadas... pero a ellos este sistema les hace infelices porque se les impone un rol del que no pueden salir. Muchos de ellos querrían comportarse de otra manera, pero el estereotipo dice que tienen que ser agresivos, competitivos... Las víctimas de eso somos nosotras, pero también los hombres pagan ese precio. Por eso, cuando un hombre se despierta al feminismo se vuelve más luminoso y feliz; se conecta con la vida.
–De entre todos esos estigmas que pesan sobre la mujer, ¿cuál es el que más la lastra?
–Sin duda, la violencia machista. Es el principal cáncer de la sociedad, y afecta no sólo a las mujeres, sino también a los hijos que quedan huérfanos, a las madres... Y en este punto también me gustaría hacer una referencia concreta a la prostitución, que lastra a las mujeres y las condena a enfermedades, a menos esperanza de vida y a las pulsiones violentas de los hombres. Mientras no erradiquemos estas formas de violencia de la sociedad, también las de pequeña escala, no seremos libres.
–Si tuviera que definir la realidad de esta lucha feminista en Málaga, ¿qué destacaría?
–Creo que hemos avanzado bastante. Cuando empecé con estos temas hace diez años, siempre éramos las mismas en los foros de feminismo; sin embargo ahora se aprecia una evolución, sobre todo entre los más jóvenes. Hoy ya es normal ver a muchos chicos universitarios interesados en el feminismo no sólo desde el punto de vista académico, sino como una forma de vida.
–Entonces, parece que hay motivos para la esperanza...
–Absolutamente. Estamos ante un movimiento imparable: puede que ni tú ni yo lo veamos, pero sí lo harán nuestras hijas. Sin embargo, el cambio real y efectivo llegará cuando el feminismo se incorpore a la agenda política.
– ¿Qué les diría a los que aún piensan que detrás de todo esto late una ideología?
–Que estamos ante algo mucho más global: cada vez hay más hombres que sienten vergüenza de haber sido cómplices de este sistema y que están dispuestos a apoyar a las mujeres como promotoras del cambio.
Ana Pérez
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