Convertir a la Virgen María en argumento político no es una buena idea, ni siquiera para apoyar una causa justa
Que lo de los nuevos aires reinantes en la Iglesia por obra y gracia del papa Francisco no eran cosa de broma lo acaba de recordar, otra vez, el cardenal arzobispo de Madrid Carlos Osoro, quien ha bendecido la convocatoria de la huelga feminista del 8 de marzo y ha brindado todo su apoyo bajo el argumento de que la Virgen María "también lo haría". Su exhortación ha despertado, claro, su polémica, pero ha venido de perlas para refrendar la idea de que el cristianismo (Emmanuel Carrère lo explicaba muy bien en su libro El Reino) es cualquier cosa menos una fuerza conservadora; muy al contrario, y muy a pesar del prejuicio instaurado por una praxis marxista que se reivindicaba como única revolución posible, el cristianismo es una tesis vinculada a la construcción de lo nuevo, a la puesta en marcha, al desmantelamiento de lo viejo, según el incendiario credo que profesa que es el sábado lo que fue instaurado para el hombre, y no al revés. María, la madre de Jesús y símbolo propuesto por Osoro para ilustrar su reivindicación, aceptó, según el Evangelio, convertirse en la esclava del Señor, con lo de que de inmediato dejó de serlo para los hombres. Los planes para María esgrimidos por su marido, sus padres y su comunidad pasaban por que no tuviera hijos. Y ella aceptó tener el que esperaba. Con un par.
Sin embargo, un servidor, que también profesa el cristianismo y también considera una causa justa la huelga feminista, tiene dudas respecto a la utilización de un emblema como la Virgen para su legitimación. Igual que nunca me ha gustado un pelo que hayan echado mano de María para justificar acciones bélicas, para presidir las diferentes liturgias del poder en todas sus formas con el beneplácito de las cofradías o para imponerle la Medalla de la Policía, tampoco estoy seguro de que resulte oportuno convertirla en argumento político ni siquiera para invitar a la participación de lo que, insisto, considero una causa justa. No dejo de acordarme del Calígula de Albert Camus estrafalariamente vestido y haciéndose pasar por Venus para reclamar a los súbditos el óbolo reservado a los cielos. No podemos saber lo que diría la María histórica, por cuanto en la Palestina del siglo I los términos huelgay feminista no significaban nada. Pero late en la Iglesia esa tentación de usurpación para indicar lo que opinan Jesús y la Virgen, para poner en su boca afirmaciones que nunca dijeron sobre asuntos que jamás abordaron.
Total, que prefiero que Osoro apoye la huelga porque, como yo, la considera justa. Y que deje a María como consuelo de tantos, piensen lo que piensen. Que bastante tiene.
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