La que fuera gran artista se siente feliz y abrumada por el nombramiento de Hija Predilecta de Málaga.-Sin embargo, mantendrá su deseo de no volver a comparecer en público: su hija Tamara será quien recoja el título.
PEPA Flores, ex Marisol, está feliz. En realidad lleva muchos años siendo feliz con su familia en Málaga, pero parte de esa felicidad proviene de su anonimato. Ella es una malagueña más, que vive cerca del Paseo Marítimo, que pasea su perro por las mañanas y que gusta de la compañía de su marido, de sus hijos y de los suyos. No aparece por saraos, ni por restaurantes, ni por fiestas. Para nada. Ella eligió no volver a ser un personaje público y lo ha conseguido. Es un claro ejemplo para aquellos famosos que dicen no pueden dejar de serlo. Mentira, quien quiere, como Pepa Flores, puede. Ella está también muy feliz por el cariño y el respeto de su gente, lo que no es poco. Su entorno más cercano cuenta que está abrumada por los detalles que está recibiendo de Málaga y de sus conciudadanos, orgullosa de haber sido nombrada Hija Predilecta de Málaga, «lo más a lo que ha podido aspirar», señala una persona muy cercana a la galardonada. Pero va a mantener su postura y su decisión de no aparecer en público, lo cual no significa, para nada, que no esté agradecida a la distinción, que lo está y mucho, pero le ha costado mucho salir del foco mediático y así quiere seguir. Su última aparición pública fue en los Malagueños del Siglo XXI en 1999, y allí anunció que nunca más volvería a asistir a ningún acto público. Así mantiene su decisión, al menos hasta ayer mismo... En principio será su hija Tamara la que recogerá el título de Hija Predilecta de Málaga. La gran Pepa Flores está feliz, pero quiere seguir siendo feliz a su manera, anónimamente, y eso hay que respetarlo a pies juntillas. No hay mucho que discutir, porque ella se ha encargado de decirnos a través de personas muy cercanas que desde estos Horizontes se transmita un 'gracias' a todos en mayúscula, pero pide que la comprendan y respeten. Pepa Flores quiere seguir siendo ella misma, para nada Marisol.
32 años llevan felizmente únicos Pepa Flores y el empresario malagueño Massimo Stechini, hermano del recordado y añorado Ettore, quien el 28 de febrero de 1978, o sea hace 40 años, cuando ni siquiera se celebraba el Día de Andalucía, abrió las puertas de un restaurante pizzería que se convirtió pronto en santo y seña de la comida italiana en Málaga, Pizzería Trastevere, un lugar que prácticamente todas las familias malagueñas han visitado alguna vez. Allí, además, se han 'cocido al horno de leña' importantes cosas para Málaga, sobre todo para la deportiva, ya que los mimbres del Caja de Ronda de baloncesto y de balonmano se tejieron en no pocas cenas con Paco Moreno y el propio Ettore Stechini, grandes amigos igualmente, los dos ya fallecidos desgraciadamente (se nos marcharon muy jóvenes), como artífices de lo que hoy es la gran realidad del Unicaja de baloncesto. En Trastevere se fichó, entre otros muchos, a Monsalve como entrenador, y Trastevere, con Paco Rengel como baluarte (también fallecido prematuramente), fue el primer lugar donde se pudieron ver en directo (todo un acontecimiento) los partidos de la NBA en Málaga..., y allí, entre el famoso 'lombo al Pepe' y sus extraordinaria pizzas, se hicieron muchas cosas muy beneficiosas para Málaga, porque Trastevere no es una pizzería más, y la prueba más evidente es que ha cumplido 40 años, toda una vida. Un recuerdo para Ettore Stechini, allá donde esté, que será un buen sitio... Hoy regenta el restaurante otro Ettore, su hijo. A por otros 40 años.
Feliz también está Pedro Cantalejo con el 'bombazo' de la Cueva de Ardales.
Él, aunque no lo reconoce por su enorme humildad, ha sido decisivo en las últimas noticias sobre las fechas de algunas pinturas rojas conservadas en la Cueva de Ardales, que sitúan el origen del Arte rupestre humano en un nuevo debate científico, quizás tan relevantes como aquellos en los que se vieron inmersos los primeros investigadores de la Prehistoria a finales del siglo XIX, cuando la tradición acumuló tanta información que era evidente que había que dar un salto cualitativo. La incorporación a los estudios de la Prehistoria de Málaga de nuevas tecnologías que hacen posible obtener datos irrefutables sobre las cronologías, han permitido alcanzar una fecha en la que nuestra provincia estaba poblada por los neandertales. Así es la ciencia que, partiendo de la cueva, llega a los laboratorios y vuelve convertida en un nuevo escalón donde apoyarse para comprender mucho mejor cómo fuimos. Nuestra provincia se ha puesto a la cabeza de esta nueva tecnología que permitirá, seguro, fechar más allá de cincuenta mil años muchas actividades prehistóricas vedadas a la investigación hasta ahora y ha situado en el mapa mundial a una de sus muchas cuevas que atesoran vestigios de nuestros antepasados más remotos. Una herencia patrimonial que convierte a Málaga en un impresionante laboratorio para estudiar la Prehistoria de Europa y el Mediterráneo. La Cueva de Ardales se lleva estudiando por el mismo equipo desde 1985, las claves del éxito actual hay que buscarlas en una labor continuada que ha generado más de una decena de libros y ciento cincuenta artículos en revistas nacionales e internacionales, congresos... «El que hayan apostado por este nuevo método de datación no es sino la consecuencia lógica de una trayectoria que venía dando sus frutos científicos. La relevancia de los resultados así lo avalan, pero sin el apoyo incondicional de cada uno de los alcaldes de Ardales desde los años ochenta que creyeron en mis proyectos, el de mi mujer, María del Mar Espejo que siempre ha compartido los millones de horas dedicadas a la Prehistoria y el de mis queridos amigos José Ramos y Gerd Weniger, que siempre confiaron en mis intuiciones, convirtiéndolas en realidades científicas... sería un investigador sin suerte», afirma Pedro Cantalejo, que fuera en la década de 1980 inquieto presidente de la Sociedad Excursionista de Málaga, que tantos logros consiguiera, quien ha visto recompensado su gran trabajo por la Cueva de Ardales.
En muchas de las crónicas tras la muerte de Jesús López Cobos, el más grande de los directores de orquesta contemporáneos de España (en definición de ese gran melómano que es Alberto Peláez), se echan en falta referencias a la importancia que Málaga tuvo en su formación musical en su infancia y en su juventud. Pocos han dicho, creo que nadie, que López Cobos se crió en Álora, localidad en la que estuvo asentada toda su familia porque su padre fue destinado como director de Correos. Siendo un niño ingresó en el Seminario de Málaga, donde estuvo siete años; allí conoció a una persona que sería clave en su vida y en su futura profesión, el padre Gámez, que lo incorporó al Coro de la Catedral, donde fue uno de sus miembros más destacados. López Cobos, en una entrevista a 'Diócesis Málaga', refería este capítulo de su vida de la siguiente forma: «Tuve la suerte de animarme a entrar en el Seminario a los 10 años. Recibí una educación muy importante desde el punto de vista humanista, y sobre todo aprendí a hacer música. A los 17 años me di cuenta de que el celibato no era para mí y me marché con la aquiescencia de mi padre. Pero ya llevaba un bagaje increíble».
Y es que el canónigo Manuel Gámez fue de los primeros en detectar las virtudes musicales de López Cobos cuando el ahora fallecido era alumno suyo en el Seminario. El padre Gámez, muy afectado por la muerte de que fuera su alumno, ha manifestado a la referida publicación del Obispado que López Cobos entró en el Seminario por su amor a la música: «Era un fenómeno en todo&rdquo, afirma. Amante del 'pescaíto' frito, por el que sentía devoción, todos los años venía a la provincia malagueña, concretamente a Marbella, a veranear: «En Málaga me crié, es mi tierra», señalaba el músico zamorano fallecido el viernes. Le echaremos mucho de menos.
Otros Horizontes más. Sean felices y que servidor lo comparta.
En muchas de las crónicas tras la muerte de Jesús López Cobos, el más grande de los directores de orquesta contemporáneos de España (en definición de ese gran melómano que es Alberto Peláez), se echan en falta referencias a la importancia que Málaga tuvo en su formación musical en su infancia y en su juventud. Pocos han dicho, creo que nadie, que López Cobos se crió en Álora, localidad en la que estuvo asentada toda su familia porque su padre fue destinado como director de Correos. Siendo un niño ingresó en el Seminario de Málaga, donde estuvo siete años; allí conoció a una persona que sería clave en su vida y en su futura profesión, el padre Gámez, que lo incorporó al Coro de la Catedral, donde fue uno de sus miembros más destacados. López Cobos, en una entrevista a 'Diócesis Málaga', refería este capítulo de su vida de la siguiente forma: «Tuve la suerte de animarme a entrar en el Seminario a los 10 años. Recibí una educación muy importante desde el punto de vista humanista, y sobre todo aprendí a hacer música. A los 17 años me di cuenta de que el celibato no era para mí y me marché con la aquiescencia de mi padre. Pero ya llevaba un bagaje increíble».
Y es que el canónigo Manuel Gámez fue de los primeros en detectar las virtudes musicales de López Cobos cuando el ahora fallecido era alumno suyo en el Seminario. El padre Gámez, muy afectado por la muerte de que fuera su alumno, ha manifestado a la referida publicación del Obispado que López Cobos entró en el Seminario por su amor a la música: «Era un fenómeno en todo&rdquo, afirma. Amante del 'pescaíto' frito, por el que sentía devoción, todos los años venía a la provincia malagueña, concretamente a Marbella, a veranear: «En Málaga me crié, es mi tierra», señalaba el músico zamorano fallecido el viernes. Le echaremos mucho de menos.
Otros Horizontes más. Sean felices y que servidor lo comparta.
Pedro Luis Gómez
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