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Llegó el descenso, una decepción con mayúsculas, la constatación de un estrepitoso fracaso, el punto final a una gestión desastrosa que arrancó en verano y se ha prolongado durante nueve agónicos meses de resultados adversos, esperanzas de reacción e infinidad de cábalas.
Un cuarto de siglo después de aquella mágica tarde frente al Terrassa –y con el protagonista de aquel inolvidable ascenso a Segunda División como artífice en el origen de la hecatombe–, el Málaga Club de Fútbol vuelve a una categoría menor, sin VAR ni televisión definida, sin el control de LaLiga ni unos ingresos garantizados relevantes. Y pese a todo este ambiente de desazón, frustración y abatimiento (porque cualquier sinónimo vale), el mensaje de SUR no puede ser más contundente ante este nuevo escenario deportivo.
¡Siempre Málaga!
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