jueves, 5 de mayo de 2016

Diario de Una Minina : Por sus zapatos lo conocerás

EL DIARIO DE UNA MININA: "Y POR SUS ZAPATOS LO CONOCERÁS".
"Come lo que encuentres, quédate el tiempo que necesites, mándame un wasa cuando te despiertes". Espero haber redactado correctamente la nota que va a encontrar el paciente al cual anoche le engañé dos veces. La primera, cuando me dijo que no viniera al hospital y le respondí "ok", la segunda, cuando me preguntó a qué hora me despertaba para salir de la casa conmigo y le dije a las 8:00. Ja, ja: a esta hora ya estoy "enlatá" camino del PTA, tras asegurarme que desde mi dormitorio llegaban sus ronquidos a tiempos regulares.

Después de escanear la sala de espera y no encontrarlo me dirigí a la Admisión para saber dónde terminó el cuerpo que se había personado allí hacía media hora. Pero cómo me identifico para conseguir el acceso al "sancta sanctórum"? Elegí la vía más fácil - les dije que soy su pareja (Ana, perdóname, pero fue circunstancia de fuerza mayor y tú estás a 1000km).
Miraron con los ojos adormilados la pantalla y me indicaron consulta 9, donde a mi llegada no había más que un triste estetoscopio sobre la mesa.
Salí al pasillo y empecé a preguntar a los que llevaban la bata blanca si habían visto a un hombre de pelo largo y rizado que entró con un cólico nefrítico. Nadie sabía nada. Después de pasear media hora como una leona enjaulada por el laberinto del Clínico, le pregunté al guardia de seguridad si era normal que aquí se perdiera un paciente con tanta facilidad. Se encogió de hombros y continuó su charla con el celador acerca de los inconvenientes de trabajar en un psiquiátrico.
Como la paciencia no cuenta entre mis virtudes y aprovechando la distracción de los encargados del orden y protocolo, fui entreabriendo todas las puertas que encontraba por el camino, asomándome, disculpándome y cerrándolas hasta que al abrir una vi en la camilla las botas de Green Coast que compré hace unos meses, porque desde hace 16 años me encargo de vestir a ese hombre que se ha convertido en mi familia aquí, mi raíz principal.
Entré en la consulta y saludé al médico joven de las pupilas rojas e iris verde (creo que los míos estaban igual) a la usanza socorrista:
- Late, respira, reacciona?
A modo de respuesta me llegó un sonoro ronquido del propietario de las botas.
- Rayos?
- Sí...
- Hemograma?
- Sí...
- Pipi?
- No...
- Por qué?
- Esperando que el suero haga efecto.
Estudié el contenido de la bolsa.
- Veo que le habéis puesto un Gin-tonic Triple A con Diazepá.
- ?????????
- Analgésico, antiinflamatorio, antiespasmódico y benzodiazepina. Ahora qué hacemos?
- Esperar.
- De acuerdo.
Me senté, puse el móvil en carga, saqué el libro sobre los amores negados y me puse a leerlo para el asombro mayúsculo de los ojos verdes que me miraban sin parpadear, seguramente por la falta de sueño.
- He dormido de puta madre! - fue lo primero que pronunció el cuerpo al abrir los ojos.
- Ya te veo, hijo...
Confirmado el diagnóstico y dado de alta el paciente, salimos a la calle desierta que olía a verano que este año se lo está pensando mucho en llegar. Tatiana Minina
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