sábado, 28 de mayo de 2016

El Terral apunta maneras ... por Txema Martín

El Teatro Cervantes ha vuelto a sorprendernos por segunda vez, después del ciclo 'Alternativos', con el anuncio de los contenidos del Terral, ese festival que sobrevivió a duras penas a la masacre musical en lo que a música se refiere de la otrora conservadora programación de los teatros municipales. Juan Antonio Vigar, director y gerente de estos espacios, se está ganando la labor de 'resucitador' de proyectos creíamos acabados, pero que todavía son capaces de resplandecer. Y con el mismo presupuesto.

En concreto, es el público que antes encontraba verdaderas satisfacciones el que puede verse recompensado, principalmente gracias a la incursión del norteamericano John Grant, autor de música de cantautor con retazos de electrónica y canción americana que acudirá a Málaga justo después de su paso por el Sónar para presentar en directo su tercer disco de estudio, 'Grey Tickles, Black Pressure', considerado por la crítica como uno de los mejores trabajos de 2015, después de otros dos trallazos en largo. Con él, el Terral volverá a emocionarnos después de haberse convertido en el lugar 'donde los sueños van a morir': para muchos, el titular sería «Que viene John Grant», pero hay otros hallazgos en la programación de un ciclo que, aunque nunca ha dejado de existir, últimamente se ha echado de menos.

El programa remite a un viaje por diferentes estilos, amparado en esa dirección de 'músicas del mundo' idónea para el verano de la costa. Además así cabe de todo, desde el rollo más étnico hasta el jazz pasando la fusión o por un flamenco bien entendido que, aunque siempre ha estado presente, tendrá una línea propia de la que emanan actuaciones como la de Esperanza Fernández o la de David Lago. El jazz queda representado por Melody Gardot, una artista sofisticada, elegantísima y con una audiencia internacional que trasciende al circuito jazzístico, o el fado moderno con Carminho; en el Echegaray habrá mucho cabaret, uno de ellos con El Espejo Negro, y se utilizarán, como viene siendo habitual en el Terral, varios espacios al aire libre. Es el caso del Castillo de Gibralfaro o la plaza de toros de La Malagueta, que acogerá una versión XXL de El Intérprete después de una exitosa gira que le hizo recabar de hecho en el Cervantes hace justo un año. A falta de, seguramente, un 'cabeza de cartel' definitivo para este festival -se oyeron rumores de un par de artistas internacionales que finalmente no se han materializado-, nos aseguramos de parte de una banda sonora decente para el verano. Esperemos que además encuentre la respuesta de público, aunque en una programación pública esto sea casi lo de menos. El hecho de que la 'zambombá' reúna en el Cervantes a más público que Patrick Wolf o que Lou Reed no debe desmoralizarnos; ni a nosotros ni a los programadores públicos.


La entrada tenía un precio
Una de los aspectos que podrían discutirse de todo esto es el precio de las entradas. ¿Es caro pagar una media de 21 euros por ver a John Grant o a Carminho? Por supuesto que no. ¿Agotará 'El Intérprete XXL' todas las localidades disponibles en la plaza de toros de La Malagueta, con un público que tiene que pagar entre 35 y 40 euros? Ojalá así sea, incluso es lejanamente posible. Pero, vistos los tibios resultados de asistencia en el ciclo 'Alternativos', donde en alguna ocasión los 'veintitantos' del público tuvieron que subirse al escenario para evitar la desolación en el Cervantes, hay que plantearse si no sería apropiado poner las entradas más baratas, al alcance de más personas. Atendiendo al público al que va dirigido (ese que no se puede gastar 100 euros en un concierto del Starlite) y, sobre todo, teniendo en cuenta que en esta ciudad las actividades culturales y, en especial las relacionadas con la música, se miden más por la cantidad que por la calidad, más por el cuánto que por el qué, siempre bajo la fiebre del 'evento'. Viendo, en definitiva, que lo más importante aquí es llenar o al menos acumular público, saldría más a cuenta bajar las entradas y crear público; mucho mejor que conciertos estupendos con un patio de butacas desamparado. Mucha gente lo agradecería.
 Diario Sur

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