«Un ilustre ciudadano, inspirado, músico, genial, escritor, volado, lunático... Nuestros amigos son así». Con esas palabras me daba paso el maestro Ariel Rot al escenario el pasado sábado en La Trinchera, donde presentó su nuevo disco, La Manada.
Una noche muy emocionante de encuentros y reencuentros con músicos/amigos, hermanos de carretera y manta, volados y lunáticos maravillosos. Un concierto de clase, serenidad, detalles de maestro, trucos de alta magia a los que todavía no tenemos acceso los aprendices de brujo que venimos detrás. Eso es harina de otro costal: no se aprende a fuerza de práctica, ni se puede enseñar; la vida y el bagaje del señor Rot están en cada nota y ante eso sólo queda sacarse la chistera pero como humilde reverencia. Cada uno tiene su escala y su verso metidos en la manga y con los años se adquiere esa capacidad, esa habilidad en las manos para dar en la nota precisa que acuchilla de asombro el corazón, contando y cantando lo vivido, lo observado, el disfrute y la pena en la misma verbena.
Tuve la suerte de compartir canción con Rot, la maravillosa Bruma en la Castellana, donde antes de comenzar le dediqué unos versos escritos mientras terminaba con la canción anterior: «Con el brother Caramelo/en Madrid yo toqué el cielo/ Con el maestro Rot/ Me gradué en rocanrol/ Bendito seas, Ariel/ Por darme la alternativa/ En este Acto de Fe». Al comenzar la canción ya no hay vuelta atrás, lo mejor del rock es,que cuando te juntas con tipos que adoran lo que hacen al igual que tú parece que llevaras toda la vida tocando con ellos y eso no tiene precio. Mientras me despedía del escenario y cruzaba la pasarela que daba a camerinos, se me caían lágrimas como puños sin poderlas contener; parece que ese nudo de tantas cosas, tantas preguntas diarias, si estás en lo correcto, la duda constante de si estás en el camino adecuado, los días malos que no sabes para dónde tirar, vieron su desenlace con la bendición del maestro; una de las mejores recompensas a tanto trabajo y tanta lucha y eso no lo olvido, queridos Ariel y Candy. Insufladas las velas, seguimos adelante con las fuerzas renovadas. Gracias de corazón, que sea rock.
Y en eso andamos esta semana. Saco el disco a pasear a la capital andaluza; la Sala The Box nos acogerá en Sevilla para presentar nuestra credenciales musicales a banda completa, donde tendré el placer de disfrutar de la presencia de otro capo cannonieri de la música, icono hispalense del rock y la guitarra con más clase a los dos orillas del Guadalquivir, Andrés Herrera El Pájaro, que con ese corazón que gasta no ha dudado en blandir su mítica Stratocaster para darnos la bendición en escena, por Silvio y la Macarena.
Y el sábado volvemos a Málaga para una segunda ronda de consultas a la Sala Camaleón, donde por petición popular volvemos a presentar el disco en nuestra ciudad, esta vez y tras el esfuerzo de los chicos de la sala, totalmente gratis.
Un toma y daca con la carretera, el público, las salas que nos acogen y que, ladrillo a ladrillo, vamos construyendo a pasito corto, pero con buen cemento, un camino solo de ida, donde transitamos los lunáticos, los volados, los inspirados... Nuestros amigos son así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario