El Ayuntamiento de Málaga anuncia su pretensión de subir el IBI y de recuperar el impuesto de basuras a las viviendas turísticas justo cuando media España ha contemplado con cierto bochorno un histórico vídeo de Ángel Garó increpando a la policía desde el balcón de su casa. Para los que no hayan tenido oportunidad de verlo, les ponemos en situación: a las tantas de la madrugada, Garó se molesta por el ruido que hacen las máquinas de Limasa a su paso por su vivienda, un edificio frente al Teatro Cervantes. Los que viven en el centro estarán de acuerdo en que el ruido de estas máquinas tiene la capacidad de despertar de un sueño profundo a los que no tengan Climalit, y los propios operarios se han quejado porque son muy antiguas. Para no escuchar a las barredoras, Garó pone la música a todo trapo y esto a su vez provoca unas protestas de varios vecinos que hacen personarse a la policía municipal. Como si le estuviera cantando una saeta al Cautivo, el cómico da buena muestra de su voz y de su excelente dicción pregonando a los cuatro vientos a los policías y a los operarios; monta un señor pollo, manteniendo que paga 2.800 euros de IBI y que por lo tanto tiene derecho a tratar a los operarios municipales como «sus empleados». La alusión más sobrecogedora se produce al final, cuando Garó invita a los policías a ir «al moro de la esquina», que en realidad son un par de establecimientos regentados por unos ciudadanos encantadores que venden pizzas a 2,5 euros, ideales para finiquitar una noche de borrachera pero que ciertamente y a la larga convierten dicha plaza en una instalación urbana de cajas de pizza, al estilo de Tony Cragg.
Según parece, el asunto se resolvió con una denuncia por escándalo público, pero lo que en realidad esconde el vídeo de Ángel Garó, ya inevitablemente incrustado en los anales más profundos de nuestra memoria, es el eterno conflicto que la ciudad mantiene con Limasa. Ahora han anunciado el típico plan de limpieza veraniego, que incluye por ejemplo una mayor frecuencia en el vaciado de papeleras con recogida de cajas de pizzas incluida, limpieza de playas, paseos marítimos, etcétera. Además, para que haya servicio por las tardes, Limasa ha contratado a 93 nuevos operarios, una hornada que se sumará a los cerca de 1.500 trabajadores fijos, además del alquiler de nuevas máquinas, quizá más silenciosas, con un coste de 128.000 euros cuya mayor parte irá a una empresa que pertenece al conglomerado de socios de Limasa por esta manía tan suya de contratarse a sí mismas que tienen las empresas con contratos municipales. Por aquí seguimos sin comprender el motivo por el que 97 millones de euros al año no son suficientes para mantener limpia nuestra ciudad. Hay una parte de nosotros que comprende al comediante pero le han fallado las formas, imprescindibles para resolver con paz cualquier conflicto.
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