Las películas del colombiano Víctor Gaviria (Antioquia, 1995) sacan a la luz las historias más oscuras de su país y la degradación de los personajes no hace más que agudizar en el espectador la percepción de una sociedad marcada por la violencia y la falta de humanidad. Su última cinta, ‘La mujer del animal’ es un fiel reflejo de la normalización del maltrato a la mujer en Colombia, donde el año pasado murieron 122 mujeres por este motivo.
Las críticas en el país latinoamericano por la crudeza de la película han sido numerosas. Sin embargo, su trabajo le ha valido también varios reconocimientos. El jurado de la última edición del Festival de Málaga, al que no pudo asistir, le premió con la biznaga de plata a la mejor dirección, al igual que en el Festival de Cine de La Habana, donde se alzó con el premio en la misma categoría. Ahora vuelve a Málaga para su estreno en las salas españolas, que tendrá lugar el próximo 16 de junio.
–Su película está basada en un hecho real. ¿Qué le transmitió la historia de Margarita Gómez para decidir llevarla a la pantalla?
–Me impresionó que un relato tan tremendo y agresivo hubiera ocurrido realmente. Para mi era inconcebible que la historia de secuestro y maltrato continuado que vivió esta mujer pasara desapercibida y que la propia sociedad lo ocultara. Después de conocer la vida de Margarita investigué y me di cuenta de que representaba la realidad de muchas mujeres. Además en mi país y en la sociedad latinoamericana en general hay una tendencia a borrar la realidad. De hecho, la propia familia de Margarita no la creía. Decían que el maltrato había sido fruto de su voluntad o de su equivocación, como si no hubieran sido testigos de nada.
–¿Cree que se trata de una dinámica social?. Es decir, ¿la propia familia oculta este tipo de situaciones?
Sin lugar a dudas. Hay un proceso de ocultación de la misma
familia por diferentes motivos pero principalmente por la vergüenza. La
vergüenza de haber convivido con esa historia sin hacer nada y también
de contar en el seno familiar con el personaje del maltratador, sin
resquicio alguno de humanidad. Para ellos es más fácil pensar que la
historia no es tan dramática, que es consentida.
–En la película hay
dos líneas temáticas claras. Por un lado la violencia de género y por
otro la pasividad de la sociedad ante el maltrato. Pero, ¿qué tiene más
peso?
–Digamos que las dos cosas. La violencia en primer lugar por
supuesto, pero la cobardía del entorno también. La película intenta
reflejar ese retrato de una sociedad indiferente, que mira para otro
lado y que de alguna manera coexiste con ello, lo normaliza. Pero
siempre ha sido así. A lo largo de la historia, las noticias sobre las
masacres, la violencia de los paramilitares y el asesinato de
poblaciones enteras han sido continuadas y la sociedad nunca ha hecho
nada. Siempre se ha utilizado la excusa de que si ha ocurrido, ‘por algo
sería’. Y lo mismo ocurre con el maltrato a la mujer.
Los protagonistas
–¿Cómo fue la elección de los protagonistas?
–Lo cierto es que fue el resultado de un casting bastante
largo. Pero tanto de Natalia Polo como de Tito Gómez me gustó que ambos
habían estado cerca de ese universo oscuro. Ella recibe un primer golpe
de ese mundo, de esa sociedad cruel con la orfandad. Sus padres la
abandonaron y la acogió su abuela, por tanto ha vivido una realidad de
exclusión bastante fuerte, al igual que Tito, que también ha estado
cerca de grupos conflictivos. Todos los actores que aparecen en la
película son frutos de esa sociedad de exclusión, que no les ha
permitido vivir de otra manera.
–El rodaje de una película tan violenda debe ser bastante tenso...
–Lo es, pero como digo los actores conocen bien esa realidad
y tenían mucha facilidad de improvisación. No intento construir
personajes, sino buscar una dramaturgia cotidiana que haga que el
espectador crea estar frente a la realidad misma. Pese a ser ficción, en
el rodaje había una especia de malestar entre todo el equipo y que es
el mismo que siente el público al ver la película.
–De hecho, la crueldad de la película le ha valido algunas críticas...
–Sí, y tenía miedo de que el espectador lo entendiera como
una apología a la violencia más que como una crítica. Pero he recibido
el apoyo de muchas mujeres que han reconocido la valentía de sacar a la
luz una realidad que impera en el país y que tiende a ocultarse.Pablo Marinetto
Diario Sur
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