jueves, 24 de agosto de 2017

Decíamos ayer ... por Alex Melendez

«El mal es vulgar y siempre humano, y duerme en nuestra cama y come en nuestra mesa», decía W. H. Auden, quizá seamos mas consciente de su existencia cuando más cerca nos toca y tiene la dudosa habilidad de desenmascarar al miserable, tanto al que la acciona como el que saca de la basura al patio de las opiniones sin filtro alguno. Duele mucho Barcelona, por la fragilidad y la facilidad de sembrar el terror como el que ve un fantasma a plena luz del día. Malditos sean y no voy a ser yo el que saque su opinión al ojo de patio, para eso están los intelectuales de barra de bar y los de la tele, pero pregúntense de dónde vienen estos lodos y encontraran muchas respuestas y señores en la seguridad de sus casas, sacudiéndose el polvo de la culpa, sin castigo y con la conciencia limpia que dice tener cualquier psicópata indolente. Espero que algún día tengan su correspondiente ración de lodo aquí en el cielo como en la tierra.

Decía don Paco Umbral eso de «€Éste es un país camastrón, donde no sólo nos molesta hacer cosas, sino también que las hagan los demás, el horror provinciano al protagonismo, las clases medias o bien, que consideran de mal gusto salir en los periódicos antes de la esquela». Después de varias semanas sin estar con vosotros, gracias a este verano que vino cargado de trabajos y conciertos, por fin puedo dedicarle una porción de tiempo a esta mi querida columna, que si mal no calculo ha pasado ya por la meta volante de los doscientos artículos: todo un honor y una misión cumplida. Mi vida y mis milagros siguen intactos, en esa búsqueda constante de hacer e inventar seguimos y da sus valorados frutos, no sin su dosis de sudor correspondiente... Según parece, en una conversación entre un buen amigo televisivo y un político local, aquél le increpaba a éste que un servidor, con dos discos y la bata de cola que arrastra después de tantos años en la música, no hubiera presentado su trabajo en la Feria nunca; el político local le espetó que «los artículos pesaban mucho». Así está la cosa: los músicos, a rascar la guitarra y calladitos; la cultura del brazo por lo alto, el sectarismo y el «qué hay de lo mío» con foto sonriente con el baldeador principal del reino me parece a mí que va a ser complicado con un servidor. El pobre infeliz no sabía el piropo tan divino que me estaba regalando.

Mientras tanto seguimos en capilla musical retomándole el pulso a lo que se será mi nuevo trabajo, sin enfundar la Telecaster desde que comenzó la temporada, con los compañeros de Caimán Zurdo y Red Rombo, salpicada con alguna que otra aparición con mi proyecto personal antes de encerrarme a cal y canto con las nuevas canciones.

Volveremos a Madrid con el maestro Candy Caramelo a la producción y con colaboraciones de lujo. A seguir picando piedra manteniendo el listón a la altura de Pau Gasol por lo menos... Cómo no, contaré todo en esta columna con todo lujo de detalles.

Por lo pronto, el 1 de septiembre enseñaré algunos temas nuevos como un servidor los trae al mundo, con una maravillosa acústica y a viva voz, ante un reducido público de solo cuarenta invitados, aprovechando una iniciativa maravillosa de Carlos Mesa y su Festival de Arte Clandestino, que lleva las artes escénicas a espacios poco convencionales. Os prometo que el nuestro va a ser muy especial.

La vida sigue y cada loco con su tema; para algunos la verdadera vida es la que no llevan, que decía el señor Wilde. Sea como sea aprovéchenla porque increparle de las desdichas a la vida es como increparle a un gato por no ser cariñoso.




Alex Melendez

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