Elena Casanueva es poeta, actriz y técnica de sonido. Cuando rapea, sin embargo, es Eskarnia. En 2015 autoeditó Sola en la sala, un disco en el que rinde homenaje a la poesía más invisibilizada de Gloria Fuertes. Con un discurso cargado de crítica social y feminismo, esta tinerfeña afincada en Málaga concibe el rap como una herramienta capaz de crear redes afectivas para cambiar el panorama social.
En 2017 se celebra el nacimiento de Gloria Fuertes, pero tú te fijaste en ella un par de años antes. ¿Qué destacas de su figura? Ella era una mujer que se salía de la norma, que criticaba a la RAE, el fascismo, el desamparo, la guerra y el machismo, a pesar de no considerarse feminista. Ella era feminista sin saberlo, o más bien es que aún no estaba claro qué era el feminismo. Ella no entendía que no pudiera ser considerada poeta por no ser “intelectual”, sino autodidacta, y hacer una poesía popular. Creo que la élite del mundo de la poesía la dejó un poco de lado. Murió sin que se la reconociera y, sin embargo, su poesía ha conseguido llegar hoy a mucha gente.
Hablemos de tu evolución como rapera. Cuando empecé, rapeaba como forma de autosanación. Pronto se empezó a hablar de mi “rap feminista”. A mí eso me causaba cierto rechazo porque sentía que me imponían una etiqueta sin mi permiso. Pero con el tiempo te vas dando cuenta de las burradas que la gente suelta en los conciertos, cosas que no te representan, y empiezas a preguntarte por qué. Maduras y comienzas a posicionarte. Si me preguntan ahora, claro que sí: feminista. Cuanto más pasa el tiempo, más claro tengo que el rap y el arte que hago es una forma de hacer política, y que lo personal es político. Cuando yo empecé no entendíamos el feminismo como hoy, apenas teníamos referentes. Hoy, sin embargo, hay un montón de mujeres haciendo cosas chulas, carteles solo femeninos y talleres de rap infantiles con una mayoría femenina. Lo que más me mola de este rollo es compartir, el apoyo mutuo entre nosotras. Nada que ver con esa “competitividad femenina” de la que se habla. Y una mierda, la competitividad es masculina. He estado en miles de ambientes masculinos donde siempre tienes que demostrar tu valía.
Entre mujeres es diferente, nosotras nos ayudamos, nos llamamos y creamos redes. Esa sororidad es estupenda.En el rap y el reguetón hay mucho machismo, pero no se habla del machismo en otros géneros musicales...
Claro, es que el machismo está impregnado en todo. En el reguetón es demasiado evidente, aunque ahora está empezando a haber un movimiento de gente que se ha reapropiado de él para cambiar su discurso. En el caso del rap pienso que es porque es muy directo y porque es un género muy asociado a la masculinidad. Es la expresión suprema del machirulismo.
Antes nos hablabas sobre conciertos exclusivamente femeninos... Para que haya un cambio necesitamos cierta radicalidad, una primera fase en la que se hagan solo carteles femeninos. Pero no solo en cuanto a las cantantes, sino también las promotoras, las técnicas de sonido, etc. Que toda la organización la lleven mujeres, creando red. Una vez logrado esto, habrá que normalizar e incluir a artistas masculinos, pero no tíos porque sí, sino meter a hombres que tengan un discurso feminista, que nos represente a todas.
¿Cómo se vive como mujer la escena musical cuando trabajas detrás de los escenarios? Es hasta peor. Cuando ven llegar a una tía ponen una barrera: los tíos siempre creen que saben más que tú. Tienes que demostrar por partida doble que sabes hacer tu trabajo. Creo que inyectar energía femenina dentro del ambiente técnico es bueno, porque genera otras dinámicas de grupo que permiten una mayor confianza y una mejor comunicación.
¿Cómo afecta la precariedad al mundo del espectáculo? Por convenio, puedo darme de alta los días que hago conciertos y cotizar tres días por cada uno de ellos. Suelo tener una media de dos conciertos al mes y cotizar 6 días. La realidad es que trabajo prácticamente las 24 horas del día porque todo me lo gestiono yo. Eso no lo cotizo. El disco que saqué lo autoedité. Las discográficas se quedan con un 70% de tu trabajo. Cuesta más, pero no te mangonean. Al final no soy solo rapera o técnica, soy muchas cosas a la vez… Es complicado ser transdisciplinar, pero no queda otra.
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