La puntualidad es la virtud de los aburridos (Evelyn Waugh). Puigdemont es impuntual, pero aburrido, no. Patético y cobarde, sí. En esa sala atiborrada de Bruselas, los periodistas extranjeros miraban el reloj no explicándose el asunto. En vilo por un Patán (se peina igual que el perro de Pierrenodoyuna). El tipo empezó a hablar en tres idiomas creyendo que estaba dando los puntos en Eurovisión. Su abogado dijo que en España no tendrá un juicio justo y por eso entendería que pidiera asilo en Bélgica. Es una lástima que en Madagascar haya peste negra. Instalado en Bélgica puede empezar a cambiar a Llach por Jacques Brel. Eso que ganarán sus oídos. Hasta con Adamo ganarían. Pide a Europa que reaccione, que haga algo, que está siendo sometido a un trato injusto. A venganza. Aseguró estar en Bruselas por ser la capital europea. No por el asilo. No por los mejillones. Sólo faltó Piqué agarrándolo por el pescuezo y diciendo «Se queda».
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