viernes, 2 de febrero de 2018

Minifaldas ... por Txema Martín



No hay nada más machista que tratar a las mujeres como si fueran víctimas todo el tiempoçEsto en realidad se está volviendo muy triste, porque cuando éramos más jóvenes chapoteábamos en la creencia de que íbamos a vivir en el futuro, y que podríamos afrontar nuestra madurez en un marco de libertades individuales avanzadas y nunca antes vistas en la historia de la humanidad. Sin embargo, nos hemos encontrado con algo que creíamos de otra época. Ahora la crítica se amplifica. La sobreprotección y la moralina son la gran patología del siglo XXI.

En los últimos días hemos visto entre otras cosas cómo Woody Allen ha pasado de ser uno de los creadores más inteligentes del cine moderno a convertirse en un apestado, y del mismo modo vemos cómo se intentan borrar varios nombres de la industria de Hollywood. También han prohibido en los premios de Fórmula 1 a las azafatas porque al parecer suponían un atentado contra la igualdad entre hombres y mujeres. Lo último tiene que ver con el pretérito y con la historia, y ha sido la retirada en un museo de Mánchester de un cuadro de 1896 de John William Waterhouse porque, según se dice, mostraba a la mujer como un objeto. En Andalucía sobrevuela una denuncia contra una asociación de consumidores porque sólo protege a los hombres, y en el carnaval de Málaga han censurado una actuación porque a alguien no le han dejado reírse de sí misma. Pensábamos que el feminismo era una doctrina que operaba en el sentido común, basada en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y en la no discriminación, y ahora sufrimos la construcción de una suerte de feminismo institucional que permite al Estado actuar de forma paternalista y protectora, en particular con las mujeres, hasta el punto de ser capaz de censurarlas por su bien.

No hay nada más machista que tratar a las mujeres como si fueran víctimas todo el tiempo, inutilizar su decisión de ser lo que quieren ser e intentar sobreprotegerlas como si fueran incapaces de decidir por sí mismas. Curiosamente se dice poco o muy poco respecto a la vestimenta de las mujeres en el mundo árabe, ahí no hay ovarios: el burka es fruto de la libertad religiosa individual mientras que la minifalda es una afrenta porque propone la cosificación de todas las mujeres en su conjunto, ahí es nada. Esto es lo que hay. Mujeres que se consideran superiores, en la posesión de la verdad y de lo que es bueno, y que dictan lo que pueden y no pueden hacer o decir las demás. Pese a toda esta parafernalia de progreso, sigue habiendo una cantidad escandalosa de hombres que matan a sus parejas por el mero hecho de ser mujer. Es terrorífico pensar que vamos hacia atrás en el convencimiento de que estamos avanzando. Por favor, dejemos a los demás que tengan la libertad de ser lo que les dé la gana, incluso a quienes deciden convertirse en un objeto sexual. ¿Qué va a ser lo siguiente?

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