Hay días que son un regalo. Amanecen descafeinados y con la leche cortada, pero entonces, a las once de la mañana, todo cambia cuando suena el teléfono y Fred Wesley aparece en el horizonte. Al otro lado suena la voz del dueño de la sala Loui Loui en la que actúa por la tarde el legendario trombonista y me dice que Wesley nos espera a las seis en su hotel. A partir de ahí las posibilidades se multiplican y la física se transforma en cuántica. De todas las opciones, sin duda la de Jose Luís Moreno Gámez era la indiscutible para capturar la esencia de Mr. Wesley. Ni se me pasó por la imaginación renunciar a la oportunidad de compartir ese momento con otra gran artista, llamé a la vocalista de jazz Rozina Pátkai que acababa de llegar de Budapest y los tres nos dirigimos al hotel. Mi idea era mezclar las nuevas y viejas glorias, el este con el oeste, la bossanova con el funk y con ese objetivo nos sentamos a hablar con Fred y la magia surgió. Escuchamos al señor Wesley, el mismo que estuvo al lado de James Brown cuando nació la música Funk, contarnos los secretos de su inspiración, de cómo las canciones nacen o se hacen. Nos explicó la importancia de escuchar y estudiar música para interiorizarla. La grandeza de crear sabiendo lo que haces. Nos habló de su amor por el jazz y los locales pequeños. Añoró sus años como miembro de Count Basie y la pasión que sentía al tocar con ellos. Nos confesó que le costó trabajo acostumbrarse a ser el líder de su propia banda después de tantos años siendo un acompañante. Pero sobre todo nos hizo sentir como si no fuéramos unos extraños que se acababan de conocer.
Y ahora Fred, ese hombre que aprendió a tocar por y para el público, se calzará sus zapatos plateados para salir al escenario este domingo en La Catarina y recordarnos a todos que la vida es vida cuando amas lo que haces.
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