Los cargos electos no cuentan porque en Andalucía hay listas cremallera por ley, pero me preocupa la reflexión de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, cuando responde que la escasa presencia de la mujer en los puestos directivos se debe a que no se piensa en las mujeres. «Por eso casi nunca los ocupamos», contesta a Ana Pérez-Bryan en el reportaje publicado en este periódico. Así ocurre en la misma Junta de Andalucía: Paridad en el Parlamento y en el Gobierno, pero no en los cargos medios e intermedios de la administración autonómica. En la Junta, presidida por una mujer, Susana Díaz, de la que nadie duda su lucha por la igualdad, hay casi un 30% más de funcionarias que funcionarios, pero los sueldos más altos están en las nóminas de un club selecto de estos últimos, según el informe de impacto de género de la Consejería de Hacienda. Está claro que pese al avance de la mujer en la Junta, hay más hombres pensando... «Hay veces que lo que se les ofrece a las mujeres son pequeñas concesiones o mistificaciones. Hacerles creer que se hace algo, cuando en realidad no se hace nada», decía Simone de Beauvoir en 1975. Quiero desear que no siga siendo así.
La respuesta: Nunca me ha movido el poder, ni tampoco ser directiva de nada, y aunque admiro mucho a las pioneras en cualquier actividad, ninguna me ha llevado a ser feminista. ¿Por qué soy feminista? Porque me indignan la opresión, la desigualdad, la esclavitud, la falta de libertad individual para decidir lo que quieres ser o hacer, la violencia, la humillación, la desconsideración, los seres supremacistas, sexistas, xenófobos, homófobos, atrapa energías, mentirosos de la historia, la falta de oportunidades de quienes tienen menos, los seres privilegiados que engañan para seguir siéndolo... Y no quiero morir indignada. Y como el feminismo es un movimiento, hay que moverse y cambiar las cosas. Este 8M, lasperiodistasparamos.
Maria Dolores Tortosa
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