miércoles, 16 de octubre de 2019

Premio Planeta y Aeropuertos Bloqueados ... por Pablo Aranda



El bloqueo del Prat y otros bloqueos, rodeados de grandes premios

La semana pasada se fallaron dos premios Nobel de Literatura en Estocolmo y anoche se falló en Barcelona un Planeta que, unido al finalista, son dos. Barcelona era un poco el centro del planeta, si hacemos caso a las portadas de los periódicos, informando de la sentencia del 'Procés' y de las reacciones de la parte independentista de la sociedad catalana. Miles de manifestantes llegaron al aeropuerto y consiguieron bloquearlo durante algunas horas, ocasionando la anulación de 108 vuelos la tarde del lunes. En agosto bastó un español despistado para bloquear durante horas el aeropuerto de Múnich, provocando la anulación de 130 vuelos. El español veinteañero regresaba de unas vacaciones en Tailandia y aprovechó la escala en Múnich para ir al baño. De Bangkok a Múnich se tardan 12 horas y media y es normal que entren ganas de ir al retrete. Es verdad que los aviones están equipados con aseos, pero son incómodos y muy pequeños. Hay gente que necesita su tiempo y el avión no da lugar al relajo. Existe además el miedo a la succión cuando se acciona la cisterna del váter.
El escritor barcelonés afincado en Málaga Garriga Vela escribió un cuento sobre un objeto caído en nuestra provincia que parecía provenir del espacio exterior y era un desecho interior de un avión. Resulta muy desagradable cuando te cae encima caca de pájaro, pero mucho peor es que te caiga un señor entero. En Málaga tenemos las gaviotas, las sucias palomas de la paz y cinco mil cotorras censadas, que a dos huevos por puesta y dos puestas por año son un montón de cotorras cotorreando en nuestras poco plácidas mañanas y soltando cagarrutas en nuestros nobles edificios y nuestras menos nobles coladas. El español salió del baño y no vio a nadie. Será por ahí, pensó, pero por ahí no era y empujó una puerta de un área restringida que activó las alarmas y hubo que desalojar el aeropuerto muniqués. La lió bien liada, pero al menos había aliviado sus intestinos, por lo que su andar sería grácil y ligero. Anteayer lunes volé a Barcelona y salí del aeropuerto por los pelos, que es un decir, para asistir a la gala del Premio Planeta, pero no me lo dieron. Al irlandés John Banville tampoco le dieron el Nobel de Literatura la semana pasada, y eso que es uno de los eternos candidatos. Esta vez casi se lo dan, o en cierta forma se lo dieron, aunque mejor decir que se la dieron. Resulta que el día del fallo recibió una llamada en la que le informaron de que había ganado el Nobel. Al colgar llamó desconfiadamente a ese número y correspondía a la Academia Sueca, por lo que dio la llamada por buena. No sé cuánto tiempo pasó hasta que se enteró de que todo era una broma, a lo mejor hasta había telefoneado ya a sus cuñados. Vaya gracia. En situaciones así deben de entrarte ganas de bloquear un aeropuerto. O al simpático sueco. Para compensar yo le habría dado el Planeta, pero esto es hablar por hablar, cosa de cotorras.
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