Aunque la palabra leyenda le hace «sentir viejo», el pianista es una referencia indiscutible del post bop.
Hoy jueves actúa en el Festival Internacional de Jazz de Málaga
Kenny Barron contesta al teléfono desde Japón, donde está de gira con su trío. Pronto volverá a los EE UU, pero será por poco tiempo. En unos días toma otro vuelo rumbo a Europa para iniciar un nuevo tour por el continente. A sus 76 años, el retiro no es una opción. «Voy a morir con las botas puestas», dice tajante. El pianista, una referencia indiscutible del post bop, vive por y para la música a la que ha dedicado seis décadas de su existencia: el jazz. De vuelta de todo, reconoce que ahora en la madurez arriesga más que nunca y lanza un consejo para quienes empiezan: «Si buscas fama y fortuna, deberías elegir otra carrera». Este jueves, 7 de noviembre, Kenny Barron vuelve a Málaga como una de las estrellas del Festival Internacional de Jazz, donde recogerá el premio Málagajazz. «Hace calor allí, ¿verdad? Estoy deseando que llegue», dice antes de colgar.
–Uy, si, lo hago. No tanto de viajar, pero sí disfruto tocando.
–¿Y consigue encontrar nuevos alicientes cada vez que toca?
–Bueno, intento hacerlo como si fuera nuevo cada vez. No siempre funciona, pero lo intento. Solo el nivel de energía ya marca una gran diferencia.
–La madurez, ¿le ha dado serenidad o ahora arriesga más que antes?
–Eso es cierto, sí, ahora tomo más riesgos que nunca, porque ya no me importa (ríe). No debería decir eso así, pero sí, ya no me preocupa lo que la gente piense. Si quiero probar algo, lo haré.
–Y, probablemente, esos riesgos que asume funcionen.
–No siempre. A veces el público en realidad no sabe que me estoy arriesgando (ríe). Así que no importa, a veces funciona y a veces no, siempre y cuando no se vea en mi cara...
–Pudiendo disfrutar de una tranquila jubilación. ¿Qué le mantiene enganchado a la música?
–La música en realidad. ¿Sabes? No creo que pueda retirarme de tocar. Como dice el refrán, voy a morir con las botas puestas (ríe). Estoy tocando y no pararé hasta que ya no pueda hacerlo.
–Sorprende la rapidez de sus manos al piano. ¿Cómo se mantiene esa agilidad?
–Cada vez que te sientas a tocar es una oportunidad para practicar y trabajar en ello. Pero al mismo tiempo soy consciente, especialmente a medida que envejezco, de que no se trata de la velocidad, sino de contar una historia, con tu técnica o sin ella.
–¿El piano tiene todavía secretos para usted?
–¡Todo el tiempo! (ríe). Todavía estoy tratando de averiguar más.
–¿Qué piensa cuando le llaman leyenda?
–Me hace sentir viejo.
–Pero no todo el que es mayor es una leyenda.
–Ciertamente estoy agradecido, pero no creo que lo sea. Si es cuestión de habilidad, no me siento como una leyenda, solo soy otro pianista más.
En detalle
- El concierto
- Kenny Barron al piano en el 33 Festival Internacional de Jazz de Málaga.
- Fecha
- Jueves, 7 de noviembre, a las 20.30 horas.
- Lugar
- Teatro Cervantes.
- Entradas
- Entre 11 y 32 euros.
–En el jazz de hoy, ¿cree que se mira demasiado al pasado en lugar de evolucionar?
–No lo creo, me parece que están innovando. Personas como Sullivan Fortner y Gerald Clayton están forjando nuevos caminos. Aún están influidos por la tradición, pero definitivamente están creando nuevas vías. Están pasando muchas cosas con muchos músicos.
–¿Qué echa en falta en el jazz que se hace actualmente?
–Eso es difícil de responder. Cada uno está marcado por sus circunstancias. Cuando yo crecí escuchaba un tipo diferente de cosas, escuchaba doo-wop, por ejemplo, que era muy popular cuando era niño. Y los músicos jóvenes de hoy escuchan rap, entonces la música que escriben y tocan está influenciada por todo eso. No creo que falte nada, lo que creo es que las personas mayores tienen que escuchar ahora con otros oídos, eso es todo (ríe).
–Transmite su experiencia a jóvenes en la Juilliard School of Music de Nueva York, ¿qué les aconseja para hacer carrera en el jazz?
–Creo que lo más importante es que entiendan que tienen que hacerlo porque les encanta. Si buscas fama y fortuna, deberías elegir otra carrera. En realidad, ahora hay muchos músicos jóvenes que básicamente viven de sueldo en sueldo, de concierto en concierto, pero les gusta la música, les encanta y están dispuestos a hacer los sacrificios que sean necesario por seguir en esto.
–Porque no muchos músicos de jazz llegan hoy día a actuar ante grandes audiencias.
–Sí, sí, esa es la guinda del pastel, por así decirlo.
–Ha trabajado con Ella Fitzgerald, Dizzy Gillespie, Chet Baker, Elvin Jones… ¿Piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor?
–Uy, a veces lo hago, sí (ríe). Eran unas circunstancias diferentes... Viajar era entonces mucho más fácil, por ejemplo. Antes de la seguridad y todas esas cosas, tus amigos podían venir a verte a la puerta cuando aterrizabas. Viajar es muy difícil ahora y esa es la mayor parte de ser músico. Tienes que tomar tres vuelos para llegar del punto A al punto B. Pero aparte de eso, me encanta.
Regina Sotorrio
Diario sur
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