lunes, 24 de febrero de 2020
Fútbol es fútbol... Por Antonio Soler
Fútbol, es fútbol. O debería serlo. El fútbol fue fútbol en un tiempo remoto, pero ahora es otra cosa. Ahora es fútbol y mucho más. Alfredo Di Stefano dijo que el fútbol se acabó el día en el que los peluqueros entraron al vestuario. Un regate metafórico de la Saeta Rubia, ya canosa y con la sabiduría y el desapego de los años afinándole la vista. Uno, sin embargo, cree que el fútbol se acabó el día en el que los petroleros y los rusos de la post perestroika compraron los vestuarios. Bueno, realmente el fútbol no lo acabaron los peluqueros ni los petro-ucranianos, sencillamente, siguiendo el precepto de Lavoisier, no lo destruyeron: lo transformaron.
Lo transformaron en un evento que sobre los cimientos del fútbol tiende cada vez más al espéctaculo, a los fuegos artificiales. A super bowl europea (todo llegará, incluidas la Jennifer y la Shakira del momento). El filósofo y forofo (del Liverpool) Simon Critchley escribió un interesante libro, 'En qué pensamos cuando pensamos en fútbol', en el que se afirmaba que el fútbol era el ballet de la clase trabajadora. Tal vez en un tiempo fuese así. Ahora, ayer mismo, el teórico y también filósofo Valdano decía que el fútbol, «como fenómeno popular, le gusta a pobres y ricos». Sí, el espectáculo gusta a todos y todos dan rienda suelta al espíritu infantil, conquistador, batallador, de este deporte, pero a quienes de verdad gusta es a los ricos, a los muy ricos que ven en él la posibilidad de un negocio en sí mismo o el puente para otros negocios igual o más lucrativos. Y ahí es donde entran Al-Thani y su cuadrilla.
Acostumbrados al poder absoluto y silenciador del dinero, imbuidos por esa sociedad mágica que un día encontró en mitad del desierto la lámpara maravillosa en forma de petróleo y transformó a un pueblo de cabreros en multimillonarios, el jeque y su prole desembarcaron en Málaga con el poderío y la impudicia del nuevo rico, del amo reconvertido que le da de comer al hidalgo antiguo y arruinado, al pedigüeño europeo. Dinero fresco y maneras más frescas aún en un clan que a pesar de la indumentaria de postín conserva el trato secular con la cabra y el pedregal. En este periódico se ha recogido que la caída de Al-Thani ha supuesto la lucha de David contra Goliat. Figura bíblica para traer algo de cordura en el desmán permanente de esta cofradía del desierto. La jueza, además, ha entrevisto que bajo la alfombra del desdén está la posibilidad muy fiable de que existan delitos de administración desleal, apropiación indebida y blanqueo de capitales. Está claro. Fútbol es fútbol. Y mucho más.
Antonio Soler
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