EL MENTIR DE LAS ESTRELLAS
Los lejanos embustes del firmamento están cada vez más cerca y la NASA ha anunciado el descubrimiento de más de 1.200 nuevos planetas. Hay más mundos por ahí que aspirantes a concejales en cada pueblo y eso nos da no sólo una idea de nuestra insignificancia, sino de lo poco que significan los políticos que elegimos. Se asombraba Inmanuel Kant, al que nuestro Antonio Machado, sin exageración, llamaba “Tartarín de Königsberg” de únicamente dos cosas: el cielo estrellado y la voz de su conciencia. Murió él en la misma ciudad donde había nacido y sin salir de ella en su vida, que duró muchísimo, unos 88 años, que eran la tira en su época y siguen siéndolo en la nuestra, a pesar de que los filósofos Pablo Iglesias y Pedro Sánchez no tengan la misma idea del tiempo, ni de los pactos necesarios para ir juntos al Senado de este pequeño país suburbano.
¿Cómo serán esos planetas nóveles en la cartografía del cielo? La agencia espacial de EEUU es más bien optimista y confía en la posibilidad de encontrarse con otra Tierra fuera del sistema solar. Estaría habitada por gente pálida. No podrían ponerse verdes unos a otros, ni amarillos de envidia al comprobar que unos tienen más dinero que otros y algunos más mala leche que la mayoría. No sabemos si los llamados exoplanetas, gracias al telescopio Kepler, nos revelarán algo, después de analizar los astros potenciales. Los más frívolos, entre los que me encuentro, nos conformaríamos con saber el resultado de los partidos de la Liga, para ganar las apuestas a nuestros amigos catalanes, que también son terrícolas. Quiero decir que me gustaría que el Granada le ganase al Barcelona. Lo insólito ocurre, lo que pasa es que sucede muy escasas veces. Las suficientes para que olvidemos que somos huéspedes fugitivos que desean entretenerse en su rápido trayecto. Por eso nos sirve tanto Ornar Khayyam como Del Bosque. Lo importante es mirar el mar y contemplar las estrellas. Como sí Kant hubiera sido marinero.
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