INFORMAR MATA
Nada menos, pero ni uno más. Fueron exactamente 63 los periodistas que murieron el año pasado para que ustedes y yo pudiésemos convocar a esa leve brisa que provoca pasar la página del periódico nuestro de cada día - danóstelo hoy - y que sea por algunos años más, mientras la gente, que ya ha aprendido a saber escuchar, siga aprendiendo a saber leer. La lectura, que es verdad que es una creación compartida, ofrece la ventaja de que sus contradictorios, por mucha razón que lleven, están callados. Los muertos son analfabetos. Por eso, Quevedo habló en su tiempo por ellos y acogió en su confuso y amplio manto a los que escuchan con sus ojos a los difuntos.
Ahora, que según algunos síntomas seguimos vivos, los líderes territoriales del PSOE se distancian de la estrategia de alianzas postelectorales. No sabemos cómo va a ser el futuro, pero sospechamos que va a ser peor. ¡ Ojo al dato!, que dicen siempre los que tienen cerrado un ojo y lo ven venir con uno solo. 63 periodistas han muerto en 2015 contando lo que nos pasa. No todos eran corresponsales de guerra. La mayoría de los precipitados difuntos eran corresponsales de paz, pero se jugaban la vida por sus opiniones, o sea, por sus maneras de ver las cosas que no están claras y las que jamás se podrán aclararse. Cuando no sabemos si son muchos o pocos, o cada vez menos los que necesitamos leer cada mañana lo que está pasando en el mundo, queremos que nos entierren, si queda tierra, envueltos en un cucurucho de papel. No como homenaje al célebre Marshall McLuhan, sino al kiosquero de la esquina.
Lástima que esa gotita de sangre aventurera no figura en el precio. Sin duda es así para que los periódicos no suban más y compitan únicamente en sus puntos de vista. Detrás de todo están los corresponsales, las agencias y los muertos. Repito: 63 periodistas han muerto en 2015 para que ustedes y yo podamos rechazar el periódico de ayer, diciendo eso de que es el de un día atrasado. O sea, que se ha quedado muy antiguo.
4 Mayo 2016, Manuel Alcántara
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