LA MADEJA
Hay que tirar del hilo, pero con mucho cuidado para que no salga el ovillo entero, no sea que cuestionemos los méritos de algunos eméritos que lo dieron todo por su patria hasta que se largaron de ella. Las llamadas clases altas no tienen más nacionalidad que el dinero y les da igual que su banco haga esquina a la calle Alcalá o a cualquier calle de Suiza, donde todas hacen esquina con una entidad bancaria. ¿Dónde está el dinero que los patriotas españoles se han llevado de su patria? Se le está siguiendo el rastro, pero del Rey abajo todos somos libres para depositarlo donde nos dé la real o la popular gana. La única condición es tenerlo, ya que en cualquier lugar del ancho mundo es bien acogido y bien guarecido. En su etapa como ministro Miguel Arias Cañete nombró al presunto cabecilla de la trama Acuamed. Los ricos se fían más de sus congéneres, no porque sean menos ávidos, sino porque tiene menos prisa.
Sólo hay un método seguro para averiguar si el enriquecimiento de los políticos ha sido brusco: que declaren el dinero que tenían al tomar posesión de sus cargos y el que tienen al abandonarlos. Hasta que eso no sea una obligación fiscal, todo serán sospechas y conjeturas envidiosas. Ahora que Rajoy ha prometido una bajada de impuestos y dos millones de empleos, una vez comprobado que prometer no empobrece, habría que obligar a todos los candidatos a declarar sus bienes antes de que perdieran la memoria de lo que pensaban tener. Esa sería la prueba del algodón para todos, incluso para Rajoy, que acaba de declarar que él no tiene «sucesor natural», aprovechando que el Financial Times tiene escasos lectores españoles.
Hasta después de las elecciones generales todo serán dimes y diretes, sobre todo diretes. La madeja está en el aire y nadie alcanza tan alto como para desenredarla, Quizá tampoco conviene tirar del hilo porque no sabemos de qué color será el suéter que tenemos que ponernos porque en primavera refresca mucho por las noches. Cuando se habla y se habla, en todas las conversaciones suena la palabra asco. Es la más nombrada. Sin taparse las narices.
Hasta después de las elecciones generales todo serán dimes y diretes, sobre todo diretes. La madeja está en el aire y nadie alcanza tan alto como para desenredarla, Quizá tampoco conviene tirar del hilo porque no sabemos de qué color será el suéter que tenemos que ponernos porque en primavera refresca mucho por las noches. Cuando se habla y se habla, en todas las conversaciones suena la palabra asco. Es la más nombrada. Sin taparse las narices.
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