sábado, 15 de octubre de 2016

El Patón ... por Pablo Bujalance.

CUANDO Nicanor Parra se decidió al fin a dedicarle un poema a Dios, escribió lo siguiente: "Ese weon / sí que la cagó". Así fue como el chileno hizo las paces con los antiguos gnósticos que veían en la divinidad reinante, cuanto menos, a un viejo torpón incapaz de hacer las cosas a derechas. El error, el patón y la cagada están detrás de todos los grandes episodios de la historia universal. Las mayores empresas se han ido al garete no tanto por la oposición consciente y organizada de millones de adversarios como por la torpeza o la distracción de quienes en el momento de la verdad no pulsaron el botón adecuado: después de toda una vida de éxitos descomunales la cagaron Sansón, el rey Salomón, Alejandro Magno, Hernán Cortés, Napoleón y el general aliado que ordenó el bombardeo de Dresde cuando ya estaba cantado el final de la Segunda Guerra Mundial. A menudo se considera que cuando la responsabilidad aprieta el personal tiene todos los sentidos puestos donde tiene que ponerlos, pero a veces la rutina llega a ser tan tediosa que resulta inevitable pensar en la quiniela o en aquella receta de perdices al tomillo cuando se está operando a vida o muerte. El portavoz popular en el Parlamento Andaluz Antonio Garrido Moraga, hombre cuyo tino no merece precisamente ser puesto en duda, votó el otro día en la cámara lo que no quería votar y a cuenta de su error salió aprobada una iniciativa de Podemos para que se declare BIC La Mundial. Garrido admitió su fallo y pidió que se repitiera la votación, pero la posibilidad fue rechazada de manera tajante por quienes habían promovido la cuestión. No hay tu tía, vinieron a decir los de Podemos. Haber estado en lo que había que estar. Si hubiesen sido incluso más explícitos, habrían tenido la razón de su parte. Pero donde no la tuvieron fue en su negativa a repetir la votación.


Si el arte de meter la pata es un fenómeno tan frecuente en la misma historia de la humanidad es porque no somos tan perfectos como nos dicen nuestras abuelas. El error forma parte de todos y cada uno de los procesos que desarrollamos y compartimos, incluidos los que acaban bien y hasta muy bien. Errare humanum est, desde luego. Yo mismo me anoto algunos tantos negativos cada día, si bien lo bueno de hacerse viejo es que uno va aprendiendo a que le duela menos la cabeza. Por todo esto, la distracción merece ser corregida y sancionada con consecuencias, sí, pero también comprendida y resuelta sin que nadie se tire de las barbas. Es cierto que la iniciativa respecto a la Mundial, al estar sustentada en un despiste, no llegará muy lejos; pero también que los de Podemos perdieron la oportunidad no sólo de parecer corteses, sino más demócratas, al negarse a la reválida. La política no consiste sólo en propiciar el fracaso ajeno; también en merecer el éxito propio. Digo yo.
Pablo Bujalance.

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