Se requiere mucha fe para estar en La Rosaleda. En la segunda cita seguida en el feudo de Martiricos en una semana. El fútbol es un estado de confianza, y por eso las trayectorias del Málaga y el Valencia resultan antagónicas. Es el cruce entre un proyecto en plena descomposición, que tarde o temprano obliga a pasar por el purgatorio, y otro que se ha reconducido sobre el trío Marcelino-Alemany-Murthy. Especialmentesobre el primero, especialista en revalorizar jugadores y hacer que los equipos comiencen la temporada con la fuerza de un cohete
Pese a que el Valencia, lastrado por un calendario intenso y complicado en enero, llegó a encadenar seis derrotas entre Liga y Copa, los rivales de esta noche en La Rosaleda parecen equipos en dinámicas opuestas.El Málaga no marca en casa desde el 19 de noviembre (en el 3-2 al Deportivo) y ha sumado sólo dos de los veinticuatro últimos puntos en disputa. Sólo el destino determinará si ya ha cavado su sentencia de muerte. Por contra, el Valencia ya ha tenido tiempo de volver a llenar sus pulmones de aire tras la etapa reina. Ganó el derbi ante el Levante (no sin polémica) en su último compromiso y ha disfrutado del privilegio de jugar a partido por semana en las dos últimas.
Como sostenía Tim en su teoría de la manta, el Málaga de Jose, a fuerza de jugar algo más arropado sin el balón, ha podido ganar en consistencia defensiva, pero llega menos al gol y ha agudizado su déficit realizador. Su constancia en perder los partidos por la mínima denota que quizás no esté tan lejos de lo que necesita, pero casi siempre hay detalles que resuelven en su contra. Precisamente su rival ha sido el único que lo ha goleado esta temporada, en aquel 5-0 en Mestalla (tres goles de Zaza y uno de Santi Mina y de Rodrigo), el producto de una bajada de brazos colectiva a raíz de la consecución dudosa del 2-0, en un claro fuera de juego.
Objetivo, reengancharse
Está por ver si hoy expía sus pecados, en este nuevo auto de fe que se celebra en La Rosaleda. El objetivo, más allá de marcar y ganar, que no es poco, es reengancharse a corto o medio plazo a la pelea, algo que pasa al menos por reducir de siete a tres puntos su desventaja con la zona de permanencia, ya cada vez con menos finales en juego (quince).
Torres, que no juega desde septiembre –en una temporada para olvidar del madrileño–, es la única novedad de la lista del Málaga, en la que vuelve a sobrar un jugador. Se quedó fuera Samu, cuya infección en un dedo del pie derecho no remite, pero sí ha entrado entre los elegidos Recio, que lleva dos semanas con molestias en una cadera y que apenas lleva dos entrenamientos a buen nivel.
Queda por comprobar cuánta fe le queda a Jose en alguno de ‘sus’ titulares, muchos coincidentes con los de Míchel. Un ejemplo claro es el de Keko, que semana a semana no rellena su hoja de méritos con goles o ‘asistencias’. Ni siquiera con profundidad. Tampoco le va a la zaga Chory Castro. Podría haber una opción para Rolan, en una banda u otra, y se prevé que pueda debutar Lestienne –al comienzo o durante el choque–, con el que el técnico ha quedado muy satisfecho esta semana. También hay dudas en el eje del centro del campo.Todo, en función de si Adrián repite como medio, como ante el Atlético. Así, se mantendría la pareja ofensiva con Ideye y En-Nesyri. De lo contrario podría haber un hueco para Lacen o Recio.
En el Valencia el prestidigitador Marcelino recupera a Murillo tres meses después, aunque es improbable que juegue de salida, y a Rodrigo, que se perdió el derbi por una sobrecarga, pero mantiene la baja de Garay, Kondogbia (con una fascitis plantar que anuncia problemas de más larga duración) y Andreas Pereira. Pero en el campo habrá argumentos de sobra para hacer más largo el calvario malaguista, como Gonçalo Guedes, el jugador revelación de la temporada en Primera, Carlos Soler, Zaza o Santi Mina.
Pedro Luís Alonso
Diario Sur
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