sábado, 26 de enero de 2019

Vecinos digitales .. por Pablo Bujalance

Fue Isaac Asimov quien hace casi cuatro décadas predijo que para 2019 andaríamos de acá para allá con superordenadores de bolsillo, y acertó. Ya con el pescado vendido, Noam Chomsky se refirió al iPhone como "el músculo de Dios", y seguramente nadie ha definido el invento con igual claridad. La dependencia digital portátil no sólo ha convertido el móvil en un accesorio imprescindible para el ocio y para el negocio, sino que nos ha transformado encyborgs: ese dispositivo con el que compramos, vendemos, trabajamos, escuchamos música y vemos series es ya una extensión de nosotros mismos. Y ya que tenemos aplicaciones para las cuestiones más inverosímiles, el Ayuntamiento va a proponer a la comisión de Derechos Sociales que se encargue a la Universidad y al Centro Municipal de Informática el desarrollo de apps que fomenten entre los malagueños la colaboración y la participación vecinal. La intención es que, mediante esta conectividad, los propios vecinos dispongan de la herramienta necesaria para organizarse y así acometer mejoras en los barrios, solucionar problemas puntuales, atender a las personas que viven solas y atraviesan dificultades y mediar en problemas de convivencia.
Resulta curioso, de entrada, que la misma digitalización que ha fomentado de manera harto holgada las conductas sociales aisladas nos proponga ahora la clave para todo lo contrario, nada menos que el activismo en el entorno inmediato. Pero más paradójico aún es que sea ahora el Google Play el que nos devuelva aquel sentido fraternal de la ciudadanía, la existencia de antaño en la que un vecino solitario o en una mala racha era objeto de especial atención por parte del resto, en la que si se freían croquetas siempre se apartaban unas cuantas para la vecina, a ver si le gustan, en la que los patios, entreplantas y rellanos se convertían en corros improvisados en los que las conversaciones y cotilleos podían prolongarse durante horas, en la que los portales se transformaban en salones al aire libre para el verano.


Lo más interesante del asunto, sin embargo, no es tanto la recuperación artificial de un bien natural ya extinto, sino la consideración de la vencidad por parte del Ayuntamiento como algo importante. Está bien esto de crear aplicaciones, pero también facilitar espacios, cauces y puntos de encuentro en los barrios para que los encuentros sean posibles y para que la cooperación ocurra de manera espontánea, como suele. Y habría que convenir que a lo mejor no se han dispuesto en los distritos las plazas, los locales, las convocatorias y las oportunidades suficientes; es decir, que demasiadas veces se ha apostado en Málaga por un sentido urbanístico más dirigido a la explotación comercial del espacio público que al aprovechamiento del mismo como foco de acción social. Es verdad que la atomización ciudadana es una cuestión universal, pero quién sabe si estamos a tiempo para pensar en Málaga de otra manera, más humana, más cálida. Aunque los cyborgs acampen entre nosotros.



Pablo Bujalance

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