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El artista malagueño se luce en el Cervantes con lo mejor de su discografía y las nuevas canciones de ‘El progreso’
El repertorio, exquisitamente elegido de una vasta discografía, comenzó con ‘Dos besugos’ y ‘Ángela’ sin pausa entre medias. Siguió otra de ‘El mundo según’, ‘El lejano oeste’, y luego llegó la primera de las más recientes, ‘El castigo’, rematada con un final in crescendo en el que Jaime Beltrán se luce a la guitarra. Era raro que Luque no se hubiese dirigido al público hasta entonces. “Gracias por la oportunidad de tocar en el Cervantes, en mi ciudad... ya no digo ni adoptiva”, dijo el sevillano antes de anunciar ‘El rayo verde’, lo que despertó el entusiasmo de sus seguidores. En ‘La ciudad provisional’ no dedica alabanzas precisamente a Málaga, pero nadie puede reprocharle que de vez en cuando quiera cambiar el Guadalmedina por el Guadalquivir.
Fue a partir de entonces cuando Sr. Chinarro destapó su lado más luminoso, en una sucesión de canciones que fue de menos a más y que se centró en dos de sus mejores trabajos, ‘Ronroneando’ y ‘Presidente’. ‘Los amores reñidos’ y ‘Los Ángeles’ sonaron preciosas, al igual que ‘Del montón’, con ese estribillo que no puede decir más en menos palabras: “Pudo ser un amor del montón, pero todo el montón era mío”. Entre el ruido y la distorsión asomaron los primeros acordes de ‘Babieca’, también celebrados por el público, y luego Luque y su nueva banda encadenaron ‘Todo acerca del cariño’ y ‘Una llamada a la acción’, inspiradas según el propio cantante por su vida en esta ciudad. Para los bises, Chinarro se reservó dos de sus más bellas composiciones, ‘María de las Nieves’ y ‘El progreso’, y firmó así el final más emotivo posible para un recital que no hace sino confirmar que Málaga vuelve a ser el hogar de un genio.
Fernando Morgado
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