sábado, 6 de agosto de 2016

La Feria por Venir... por Gonzalo León

Un año más, los malagueños a los que les duele una pizca su ciudad observan con horror cómo las hordas de chancla y pipí acudirán a su cita con el delicado y carísimo pavimento del centro histórico. Ya ha caducado el libro de hojas de reclamaciones de la feria. Ha perdido su validez legal. De nada sirve ya denunciar públicamente la suciedad. Carece de valor hacerse eco del destructivo y nada provechoso sistema de feria que se desarrolla en el centro.
Se ha acabado. Se ha consumido de tal manera el producto que ni la propia policía junto con los trabajadores de la empresa municipal de limpieza son capaces de controlar una bestia tan enorme.

Málaga sale perdiendo con su feria y son pocos los que ganan. Sin duda alguna –y muy por encima del resto- los grandes vencedores del show del centro son los chinos y supermercados. En ambos casos la inversión sale de la ciudad y sucede que, por mucho que queramos, el formato actual de feria en el casco histórico se fundamenta en una bolsa de plástico, un saco de hielo y una botella de ginebra o del vinito ese…

Ha llegado pues el momento de asumir que el sistema actual está podrido, es irreparable y hay que construirlo desde unos cimientos que no están en el centro y sí en el Real.

Es insostenible una feria doble que en ambos casos está activa desde la mañana hasta la madrugada. Es imposible duplicar los efectivos de seguridad y limpieza sin dejar la ciudad baldía y falta de todo. Málaga en feria es una ciudad muy sucia, dejada y menos segura. Damos una imagen lamentable y –por desgracia- la gente más chusma y carente de educación se apodera de una semana que bien debiera ser de todos o, al menos, de la gente normal antes que de los más nocivos.

Este año ha sido infame y un hecho grotesco y espantoso ha sacado lo peor de nuestra ciudad. Ha subido a flote la marginalidad y las actitudes más elementales de personas ineducadas. Gente que son fruto de la dejadez y que se amparan en una feria que les da cobijo y facilidades.

Puede que estemos ante la última feria de nuestro actual Alcalde que, conforme pasan los años, está siendo consumido por una fiesta que gasta y destruye la imagen de alguien que no debiera pasar por este tipo de situaciones bochornosas y grotescas. Hay que atajar el problema de raíz y sopesar cuánto se pierde eliminando la feria del centro en comparación con lo mucho que se gana con la del Real.

No tiene sentido que los ciudadanos, al llegar su fiesta más importante del año, bajen el listón de estilo y modales de manera descarada. Puede que estemos ante la única feria en la que la gente se arregle mediante el desarreglo. Vas peor vestido a la feria que a comprar al supermercado. ¿Irías al médico o al cumpleaños de un amigo o un conocido en tirantas y bañador? Pues eso.

Los policías hacen lo que pueden. Faltan manos y no es su culpa no dar más de si. Lo mismo pasa con los operarios de limpieza que tienen que soportar a diario que los lleven entre ríos de basura flanqueados por miles de jóvenes borrachos. Y encima, al final, habrá quien los critique porque no lo hacen todo lo bien que debieran. Miedo.

Ha llegado la hora de decir basta. De plantarse de la misma manera que lo hicieron las peñas o los caballistas y gritar entre todos que no queremos esta fiesta pervertida y absurda en el centro de la ciudad. Que no queremos una fiesta alcoholizada donde el objetivo primordial y fundamental es emborracharse sin ningún tipo de pretexto. Viva la bebida. Viva el vino. Pero que viva con elegancia y respeto. Conviértete en una esponja humana durante toda la semana si quieres. Bebe hasta el agua de las gitanillas. Pero hazlo de manera decorosa y en una caseta. Porque las ferias tienen casetas. No tienen plazas con cuatro lonas de pueblo. No tienen bares que cambian las cartas para meterte la bacalá. No tienen hoteles convertidos en guetos para que la gente más normal y pudiente se meta en ellos y después salgan diciendo que la feria es maravillosa. Mentira. Ni es maravillosa. Ni es feria. Ni es nuestra ciudad. Qué peste. Qué lástima.

¿Qué opinan? Lo digo porque este artículo que acaban de leer lo escribía un servidor hace tres años.

¿Qué ha cambiado? ¿Qué hay nuevo este año? ¿Hay ilusión por algo que sigue absolutamente igual? Nada cambia. Todo sigue. Esperamos que llegue lo antes posible para que pase pronto.

La feria. Nuestra feria. Su feria. La que no nos representa.

Viva Málaga.

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