martes, 18 de octubre de 2016

Escuela Alternativa... y Pública ... por Pablo Bujalance

Próximamente voy a escribir un artículo sobre esto, pero me apetece compartir aquí algunas impresiones, a cuenta de algunos debates con los que me he topado últimamente y de algunos documentales y programas especiales que he visto en la tele en los últimos días. Existe, al parecer, un consenso general a favor de las llamadas 'pedagogías alternativas', 'escuelas libres', 'escuelas democráticas' y demás opciones distintas de la 'escuela tradicional', denostada, criticada y según muchos ya agotada y merecedora de pasar a mejor vida.
Encuentro a no pocos padres entusiasmados con la idea de enviar a sus hijos a escuelas de este tipo, donde, aseguran, todo se desarrolla en un clima de fabuloso entendimiento y cordialidad absoluta, se potencia la capacidad creativa de los alumnos, se distribuyen los conocimientos y áreas de manera más intuitiva y además los pequeños no llevan deberes a casa.


Dada además la reciente sensibilidad social en torno a los abusos que sufren muchos niños en la escuela (ya iba siendo hora), estos centros se presentan como reservas con las suficientes garantías de que nadie en sus aulas va a sufrir violencia alguna.

 La cuestión es que a tenor de lo que estas escuelas alternativas promocionan de sí mismas, y de alguna conversación que he tenido oportunidad de mantener con diversos responsables, confieso que me embarga un estupor considerable. Por ejemplo, encuentro que estas escuelas presumen de aplicar en sus aulas la pedagogía Montessori. Pero es que resulta que en la escuela pública muchos elementos de la pedagogía Montessori son habituales ¡desde los años 70! Todos los que hemos estudiado Magisterio hemos estudiado a Maria Montessori y casi todos los maestros, algunos más, algunos menos, introducen su teoría en las clases de Infantil y Primaria. Por no hablar de Paulo Freire y otros pedagogos pioneros del pasado siglo. Entiendo que muchos padres pueden quedarse impresionados con que una escuela alternativa aplique un método con un nombre tan bonito, pero ¿cuántos saben que en la escuela pública 'existe' Montessori sin que nadie presuma de ello?

Otras escuelas de este tipo dan mucha importancia al huerto escolar. Pero, ¿cuántas escuelas públicas y concertadas tienen su huerto, donde los niños siembran y recolectan sus cosas? Muchas. La de Irene, sin ir más lejos. ¿Constituye esto un 'valor extra' para las escuelas públicas? No. Nadie habla de esto. Eso sí, si se trata de integración, en su sentido más amplio (social o relacionada con necesidades educativas especiales), son las escuelas públicas y concertadas las que asumen una mayor responsabilidad, mientras que las escuelas liberadoras suelen pasar de puntillas por el asunto. Y esto me lleva a pensar que las élites educativas que antaño anidaban en el 'colegio de pago' se han revestido ahora de un aura antisistema que, por cierto, también hay que pagárselo. Pero un mínimo interés de muchos padres hacia el trabajo que hacen sus hijos en el aula bastaría para poner las cosas en su sitio: este emperador también va desnudo.

 Yo lo siento mucho, pero los maestros y pedagogos con más talento y más entrega que conozco y he conocido hacen su trabajo en la tan catastrófica 'escuela tradicional', metiéndose entre pecho y espalda cientos de kilómetros a diario, acudiendo a escuelas rurales, implicándose hasta el tuétano con alumnos conflictivos, negándose a dejar a nadie en la estacada y, sobre todo, sobreponiéndose a una administración tan nefasta y estalinista como la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Y sobre el abuso escolar, resulta paradójico que muchos padres responsabilicen en exclusiva a la escuela cuando son otros padres los responsables de haberse cruzado de brazos mientras sus hijos se convertían en unos tiranos de mierda, más ocupados seguramente en poner al maestro de vuelta y media en los grupos de wasap (que por cierto son unas infatigables fábricas de odio).

Es cierto que la escuela, como institución democrática, es MUY mejorable. Pero, francamente, que sea gente que ni sabe de lo que va el cuento ni se preocupa por saberlo la que más leña echa al fuego me produce mucha tristeza. Hay demasiados zombis indignados. Y ya va siendo hora, también, de parecer personas. Empezando por la casa de cada uno, que ya es decir.

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