Próximamente voy a escribir un artículo sobre esto, pero me apetece
compartir aquí algunas impresiones, a cuenta de algunos debates con los
que me he topado últimamente y de algunos documentales y programas
especiales que he visto en la tele en los últimos días. Existe, al
parecer, un consenso general a favor de las llamadas 'pedagogías
alternativas', 'escuelas libres', 'escuelas democráticas' y demás
opciones distintas de la 'escuela tradicional', denostada, criticada y
según muchos ya agotada y merecedora de pasar a mejor vida.
Encuentro a
no pocos padres entusiasmados con la idea de enviar a sus hijos a
escuelas de este tipo, donde, aseguran, todo se desarrolla en un clima
de fabuloso entendimiento y cordialidad absoluta, se potencia la
capacidad creativa de los alumnos, se distribuyen los conocimientos y
áreas de manera más intuitiva y además los pequeños no llevan deberes a
casa.
Dada además la reciente sensibilidad social en torno a los abusos
que sufren muchos niños en la escuela (ya iba siendo hora), estos
centros se presentan como reservas con las suficientes garantías de que
nadie en sus aulas va a sufrir violencia alguna.
La cuestión es que a
tenor de lo que estas escuelas alternativas promocionan de sí mismas, y
de alguna conversación que he tenido oportunidad de mantener con
diversos responsables, confieso que me embarga un estupor considerable.
Por ejemplo, encuentro que estas escuelas presumen de aplicar en sus
aulas la pedagogía Montessori. Pero es que resulta que en la escuela
pública muchos elementos de la pedagogía Montessori son habituales
¡desde los años 70! Todos los que hemos estudiado Magisterio hemos
estudiado a Maria Montessori y casi todos los maestros, algunos más,
algunos menos, introducen su teoría en las clases de Infantil y
Primaria. Por no hablar de Paulo Freire y otros pedagogos pioneros del
pasado siglo. Entiendo que muchos padres pueden quedarse impresionados
con que una escuela alternativa aplique un método con un nombre tan
bonito, pero ¿cuántos saben que en la escuela pública 'existe'
Montessori sin que nadie presuma de ello?
Otras escuelas de este tipo
dan mucha importancia al huerto escolar. Pero, ¿cuántas escuelas
públicas y concertadas tienen su huerto, donde los niños siembran y
recolectan sus cosas? Muchas. La de Irene, sin ir más lejos. ¿Constituye
esto un 'valor extra' para las escuelas públicas? No. Nadie habla de
esto. Eso sí, si se trata de integración, en su sentido más amplio
(social o relacionada con necesidades educativas especiales), son las
escuelas públicas y concertadas las que asumen una mayor
responsabilidad, mientras que las escuelas liberadoras suelen pasar de
puntillas por el asunto. Y esto me lleva a pensar que las élites
educativas que antaño anidaban en el 'colegio de pago' se han revestido
ahora de un aura antisistema que, por cierto, también hay que pagárselo.
Pero un mínimo interés de muchos padres hacia el trabajo que hacen sus
hijos en el aula bastaría para poner las cosas en su sitio: este
emperador también va desnudo.
Yo lo siento mucho, pero los maestros y
pedagogos con más talento y más entrega que conozco y he conocido hacen
su trabajo en la tan catastrófica 'escuela tradicional', metiéndose
entre pecho y espalda cientos de kilómetros a diario, acudiendo a
escuelas rurales, implicándose hasta el tuétano con alumnos
conflictivos, negándose a dejar a nadie en la estacada y, sobre todo,
sobreponiéndose a una administración tan nefasta y estalinista como la
Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Y sobre el abuso
escolar, resulta paradójico que muchos padres responsabilicen en
exclusiva a la escuela cuando son otros padres los responsables de
haberse cruzado de brazos mientras sus hijos se convertían en unos
tiranos de mierda, más ocupados seguramente en poner al maestro de
vuelta y media en los grupos de wasap (que por cierto son unas
infatigables fábricas de odio).
Es cierto que la escuela, como
institución democrática, es MUY mejorable. Pero, francamente, que sea
gente que ni sabe de lo que va el cuento ni se preocupa por saberlo la
que más leña echa al fuego me produce mucha tristeza. Hay demasiados
zombis indignados. Y ya va siendo hora, también, de parecer personas.
Empezando por la casa de cada uno, que ya es decir.
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