El fotógrafo expone a partir de mañana más de medio centenar de semblanzas en el Ateneo
Realismo y efectos visuales conviven en las imágenes reunidas en la muestra organizada por motivo del 50 aniversario de la institución cultural
El actor Joaquín Núñez llegó con el Goya debajo del brazo, el doctor
Ángel Rodríguez Cabezas confesó su alma melómana con un violín, la
cantante Diana Navarro optó por su último disco y el abogado José Manuel
Cabra de Luna desplegó sobre la mesa sus coloridas corbatas marca de la
casa... «A cada uno le pedí que trajera el objeto que quisiera. Para mí
es una herramienta muy últil, porque me ayuda a que la persona se
olvide de que le están haciendo una foto», habla Pepe Ponce, que, cuando
el Ateneo de Málaga despertó, él ya estaba allí. Más de medio siglo al
otro lado del visor. Un bagaje destilado en la exposición que mañana
inaugurará la institución dentro de los actos con motivo de su 50
aniversario.
El montaje ofrece un retrato coral de la cultura malagueña, entendida
esta en un sentido amplio y generoso. Intelectuales, artistas, médicos,
informadores, académicos, gestores culturales y demás mentes inquietas
van desfilando frente al objetivo de Ponce, que usa la cámara como
puente, no como muro. «Dejo de lado los equipos grandes y los sistemas
de iluminación, prefiero usar una cámara pequeña, que no intimide, para
que fluya la conversación con la persona retratada. A menudo, cuando me
preguntan ‘Bueno, Pepe, ¿cuándo hacemos la foto?’ les respondo ‘Ya está
hecha’», argumenta el veterano fotógrafo malagueño. Su entusiasmo –y
cierto espíritu anárquico– amplía el catálogo de la muestra hasta los 53
retratos. «Es una ración de 50, pero bien servida…», bromea Ponce, que
junto a su cámara ya forma parte del paisaje cultural y sentimental de
la ciudad.
«La gente me ve en los actos, haciendo las fotografías de posado y
quizá tienen una imagen de mí que no se corresponde del todo con la
realidad. Por eso creo que esta exposición puede sorprender», avanza el
autor. Porque en ‘50 imágenes por la cultura en libertad’ no hay atisbo
de ‘Aquí te pillo, aquí te retrato’. Al contrario, las salas del Ateneo
de Málaga se convierten en el hábitat por el que Pepe Ponce y sus
retratados pasean en busca de un rincón, de una luz que les haga
sentirse cómodos. Sin prisas.
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