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La actriz Aitana Sánchez Gijón se vuelve a meter en la piel de Medea, un personaje "que se resiste a abandonarme", y participa en el 34 Festival de Teatro mañana y el sábado.
La cita es en el Teatro Echegaray.
Con la lectura dramatizada de Medea, sola frente al público, con la arrebatadora y oscura fuerza del personaje de Séneca dirigido por Andrés Lima, Aitana Sánchez-Gijón regresa a Málaga. Después de la gira, en mayo se meterá de lleno en el ensayo de Las Troyanas, que estrenará en el Festival de Mérida.
-Dice que el personaje de Medea se le quedó pegado a la tripa ¿Por qué?
-No sé por qué, es la primera vez que me ocurre en toda mi carrera. Cuando termino una obra, una película, cuando acabo con un personaje cierro, ya puede ser el duelo mayor o menor, pero la verdad es que se acaba y paso a otra cosa. Sin embargo, no me ha pasado con Medea. He sentido que ha quedado por ahí en algún lugar, a pesar de que por el camino y desde que terminé el espectáculo que hicimos con Andrés Lima para Teatro de la Ciudad ha pasado casi un año. Mientras tanto he hecho La rosa tatuada de Tennessee Williams, me he ido a Vietnam a rodar una película, he grabado Velvet, estoy haciendo de Isabel La Católica... me han pasado muchos otros personajes por el cuerpo y, sin embargo, Medea se resiste a abandonarme. Si te fijas en Nuria Espert a lo largo de su carrera ha vuelto a Medea por lo menos en siete ocasiones distintas. Entonces piensas que evidentemente este personaje te hace seguir ahondando en su misterio. Siento esa necesidad, de seguir escarbando un poco en esa parte que no pasa por la razón, que tiene más que ver con el subconsciente, quizás, que como me cuesta tanto racionalizar ahí sigo.
-¿Meterse en su piel es una especie de catarsis?
-Yo creo que sí, para mí es un ejercicio muy catártico y muy liberador. Es tan profundo el desgarro y el dolor que Medea padece en directo frente al espectador que la lleva a cometer el acto más terrible de todos, que es asesinar a tus propios hijos. Esa oscuridad tan brutal y el extremo al que te puede conducir un dolor que te coloniza de tal manera a mi me produce el efecto contrario. Es como si dejara mi parte oscura, mis angustias, mis dolores, como si todo se limpiase en el escenario y se produce realmente una catarsis.
-¿Supuso una preparación muy dura enfrentarse al personaje?
-El periodo de preparación con Andrés Lima y nos llevó casi un año. Fue una época de investigación, de ir encontrando las claves para llegar al epicentro del dolor de Medea. Una vez hecho ese trabajo, en cuanto abro la compuerta brota sola, no tengo que hacer nada especial para dejarlo salir. Simplemente está y sale al exterior. Para mí, el reto mayor ahora es que estoy sola en el escenario.
-¿El formato íntimo le sienta bien a esta tragedia?
-La tragedia admite todos los formatos. El espectáculo completo lo estrenamos en el Teatro de la Abadía cuatro actores ante un público de 200 espectadores, pero luego fuimos al Festival de Mérida y lo hicimos ante 3.500 personas y con un coro de 80 voces. Yo creo que lo admite todo. Incluida esta manera más solitaria en la que Medea es el centro.
-¿Qué supone de diferente hacer una lectura dramatizada?
-La obra está basada en unos monólogos de Medea y todo lo que la rodeaba estaba al servicio de este recorrido psicológico y emocional de Medea. En este nuevo montaje se ha quedado en lo esencial. A veces echo de menos a los compañeros pero espero que para el espectador sea suficiente. Realmente tiene muy poco de lectura y mucho de dramatización. El tema de la lectura me ayuda a vehicular todo lo que hago, es el código en el para darme la libertad de ir de uno a otro personaje.
-Medea encajaría muy mal en esta sociedad...
-Nadie que asesina a sus hijos puede encajar en esta sociedad. Es una aberración lo que hace Medea. Es la fuerza destructora por antonomasia, como una fuerza de la naturaleza, encarna lo mejor y lo peor del ser humano, su capacidad creativa y su capacidad destructora y nos habla de ese lado oscuro al que si damos rienda suelta es capaz de las mayores atrocidades. Pero es humana y eso es lo terrible. Quién no ha sentido el desgarro del amor, del abandono, de la traición, de la injusticia, y ha tenido instintos oscuros y destructores. Otra cosa es que los lleves a cabo o hasta donde. La realidad nos demuestra que sigue habiendo Medeas. Eso sin hablar, por supuesto de los Medeos que son legión. Lo que tiene la tragedia es que nos habla del aquí y el ahora, y es tremendo. Abres el periódico y siguen matando, en mucha mayor medida los hombres.
-También hubo padres en la literatura clásica que asesinaron a sus hijos.
-Por supuesto, pero nos sigue resultado mucho más perturbador que lo haga una mujer, es más contra natura. Es cierto que en la Grecia clásica y en Roma, los hombres sí tenían derecho a matar a sus hijos si lo consideraban necesario, no así las mujeres. Cuando Eurípides escribe la tragedia y después Séneca supone romper con todo lo establecido, es la transgresión de todos los códigos morales que existían en la época. Medea es una mujer, es extranjera, asesina a sus hijos, cosa que estaba vedado a las mujeres pero permitido a los hombres. Surge esta mujer como una encarnación de lo más oscuro, pero también de lo más transgresor.
-En la gala de los Goya se reivindicó una mayor presencia de la mujer en el ámbito artístico... ¿Sigue siendo necesario?
-Por supuesto, esto no ha hecho más que empezar. Es que clama al cielo. Las películas dirigidas por mujeres son escasísimas y de entrada tienen un 30% menos de presupuesto. Los sueldos son menores, en general. Y los personajes femeninos pasamos de ser objeto de deseo a, automáticamente a partir de los 35, ser madre del objeto de deseo, así sin transición. Nos tendría que hacer reflexionar y movilizarnos, y luchar por nuestro espacio porque somos la mitad de la población.
-¿La situación de precariedad en tan mala como dicen?
-Sí. Los actores que salimos más en los periódicos, o que se habla más de nosotros, vivimos en una situación absolutamente privilegiada que nada tiene que ver con la realidad de la inmensa mayoría. Es un trabajo que no se valora, no se respeta en general, es precario y juegan, además, con la ilusión y la vocación de la gente. Supone una necesidad artística, creativa y, por lo tanto, acabas haciéndolo por amor al arte, pero tienes que vivir de otra cosa si es que puedes. Realmente es muy preocupante la precariedad en nuestro sector. Somos muy pocos los que podemos vivir dignamente de este trabajo.
-Supongo que no tiene nada que ver con el talento.
-Me harto de ver a pequeñas compañías de gente con un talento brutal, cobrando sueldos de porquería, yendo a taquilla y no pudiendo cubrir ni los gastos, teniendo que montarse ellos todo, trabajar por un duro y medio y no es ni falta de talento, ni de entusiasmo, ni de no escoger las historias correctas. No tiene nada que ver con esto. Tiene que ver con una falta de sostén y respeto hacia la cultura como un bien intangible que no se mide solamente por lo económico, es algo mucho más profundo e importante que eso. Falta que la cultura sea considerada una cuestión de estado.
Cristina Fernandez
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