martes, 28 de febrero de 2017

Ruta cultural alternativa

En callejuelas perdidas y en plazas escondidas se descubren espacios singulares capaces de movilizar a la gente hacia barrios menos transitados con el gancho de la cultura. Ahí están El Ojopatio, La Polivalente, Urte Teatro, La Caverna y Cienfuegos.

Es probable que le cueste ubicar en el mapa la calle Los Cristos, pero ha estado a un paso de ella muchas veces, cada vez que se ha movido por el centro de la ciudad. Desde hace un mes, más gente de lo acostumbrado se adentra por esa callejuela perpendicular a Ollerías, incluso cuando ya se ha ido la luz, atraídos por un concierto, una proyección de cine o un taller. Van a El Ojopatio.
Cuando el evento acaba muchos vuelven a bordear las zonas más concurridas para perderse en otra calle de barrio: toca micro abierto en La Polivalente, en Lagunillas. Es la ruta alternativa de la cultura malagueña a un paso del centro histórico. Espacios singulares que movilizan a la gente hasta barrios menos transitados, con poca actividad e incluso algo abandonados pese a estar a escasos minutos del triángulo ‘oficial’ del arte y de los puntos de restauración más concurridos de Málaga. Ahí están Urte Teatro en una escondida plaza de La Victoria, La Caverna de Amores en Capuchinos y Cienfuegos en la Cruz del Molinillo.



En la imagen superior, terraza exterior de Urte Teatro. Abajo, Matías y Daniel gestionan La Polivalente. Al lado, interior de la nave de La Caverna de la calle Amores. / SUR | Álvaro Cabrera

«¿Qué tenéis esta noche?». Es la pregunta más recurrente en La Polivalente, en Lagunillas 53. «Y siempre hay algo», apostilla Daniel Vega. Desde microteatro a lecturas poéticas, exposiciones, debates sobre cine y performance acompañados de una cerveza y unas tapas. Detrás de este proyecto está la Asociación Cultural La Polivalente que sustentan Vega y Matías Murillo, viejos amigos del barrio. Antes se hacían llamar El Cosmonauta, un coworking artístico en la calle Vital Aza donde Murillo trabajaba el reciclaje creativo y Vega esculpía figuras en madera de pita. Ahora las exponen en La Polivalente junto a otros artistas en exhibiciones que se renuevan cada mes. Hasta el 16 de marzo estará la obra gráfica de Ana Pérez y Laura Ortiz ‘Del corazón y otros tejidos’.

Ellos mismos transformaron «a martillo y cincel» lo que era una farmacia en un espacio multidisciplinar donde las mesas son tablones de madera rescatados de la calle, un tambor de lavadora sirve de lámpara y un antiguo aspirador hace de macetero. Aquí las actividades culturales conviven con reuniones de vecinos. «Es un punto de encuentro de artistas y gentes del barrio. Y eso es lo bonito, unir a personas diferentes», señala Vega. Ya tienen programación cerrada hasta junio, una agenda que cada semana actualizan en su página de Facebook. Pero algunas citas son fijas: la mañana de los sábados es para los cuentacuentos y dos jueves al mes los micros se abren para todo el que quiera enseñar su música o su poesía.

El boca a boca

Muchos de los que le echan valor para demostrar sus habilidades al micrófono llegan después de ver una ‘Impro Session’ a unos metros de allí. A finales de enero, en calle Don Rodrigo 4 empezaba la nueva andadura de El Ojopatio, una asociación que lleva años funcionando en los bajos de Galerías Goya y que ahora crece en un espacio más amplio. Con una decoración moderna y desenfadada plagada de rincones especiales, el boca a boca atrae cada vez más gente a este local junto a la plaza Los Cristos. «Y muchos de los que vienen no pasarían por aquí si no estuviera esto», confirman sus responsables.

magen de un recital en Cienfuegos. / SUR

Por la mañana funciona como tienda taller donde pueden encontrar a Paula Carratalá diseñando ropa infantil bajo la firma El Pan de la Lola, pero por la tarde-noche se transforma. Los miércoles, el ciclo Caldo invita a cantautores singulares, desde la polifacética artista Paloma Peñarrubia (8 de marzo) a la rapera Eskarnia (15 de marzo). Cada jueves, alumnos y profesores del CAMM coordinados por la violinista Luz Prado y el trompetista Julián Sánchez participan en una ‘Petit Impro Session’. El viernes es el turno de la música experimental de jóvenes instrumentistas en el Ciclo Sopa. Y hay más: cineclub, mercadillo de segunda mano, talleres de costura, música para niños...

De camino, el espacio de calle Don Rodrigo vende productos vintage, vinilos y libros de segunda mano, creaciones de firmas malagueñas (como bolsos de Las Mary Shelley) e ilustraciones de artistas. Y todo lo que recauda repercute en la asociación. «Queremos hacer partícipe a todo el mundo, gentes del barrio y de fuera. Esto no es para un élite de modernos de Málaga», apunta Paula Carratalá. Llevaban mucho tiempo en pleno centro, pero en menos de un mes en la Goleta han superado las expectativas. «A las afueras hay un montón de posibilidades», dice Carratalá.

Lo mismo pensaron los impulsores de Urte Teatro. A menos de cinco minutos del Cervantes, el telón se levanta cada viernes, sábado y domingo en una sala de teatro al estilo del Off-Broadway, con propuestas escénicas arriesgadas, de proximidad y pequeño formato. «El centro está saturado, tiene 8.000 cosas y nosotros queríamos apostar por el barrio», explica Javier Vázquez, socio del proyecto junto a Carlos Lara. Urte Teatro da a una pequeña y escondida plaza a las espaldas de la calle Cristo la de Epidemia (San Marcelino Champagnat), un rincón hasta ahora desocupado en el que todavía quedan varios locales vacíos. «La gente no pasa por aquí si no vienen a vernos», admite.

Muchos ya lo hacen, gentes del barrio y de fuera que toman algo en el ambigü antes de ocupar alguna de las 62 butacas de la sala, o que asisten a sus clases de teatro, danza o canto. En cartelera, del 3 al 26 de marzo, estará ‘Hazme el amor y no la guerra’ de la compañía La Negra Teatro. «Ya hay mogollón de vecinos que vienen a hacer yoga y después los ves en la función», confirma Vázquez. Le han dado una nueva vida a una plaza antes oscura y solitaria, pero no todo depende de ellos: «Falta limpieza, esta zona está abandonada a solo cinco minutos del centro», denuncian.

La ruta alternativa continúa hacia Capuchinos. Subiendo por la calle Manrique, en diez minutos llegará a otro espacio con propuestas que se salen de la norma. Es La Caverna de Amores, la nave de una antigua empresa de sonido e iluminación que en 2009 se convirtió en un recinto multidisciplinar donde crear y mostrar. Bajo un mismo techo conviven las cabinas de grabación de Kraken Sound, las oficinas del sello independiente Oigovisiones, la sala de ensayo abarrotada de instrumentos de Tantatrampa y Frutería Toñi y un espacio abierto para que experimenten las compañías Sindromedario, La Mandrágora, La Pícara Flamenca, Kristall Zirkus y Ximena Carnevale. Esa cercanía hace que unos se apoyen en otros y que las disciplinas se fundan en montajes que nacen y se estrenan allí.

«Otro concepto»

«Un lugar así no lo consigues en el centro», asegura la coreógrafa y bailarina Ximena Carnevale. Por la capacidad de ofrecer una programación al margen de lo comercial y por las posibilidades de ‘jugar’ con los metros cuadrados. «Esto es otro concepto y la idea del público es otra. Las compañías pueden darle la vuelta a la Caverna y actuar en cualquiera de sus rincones», argumenta. En la agenda cabe de todo. Anoche se celebró dentro del MaF la quinta sesión de Transdisciplina A/V, un foro de reflexión y experimentación fundado por Azael Ferrer que une a músicos y a artistas visuales. Una iniciativa vanguardista que cada dos meses vuelve a La Caverna. Y por delante, talleres y una jam session para bailarines y músicos convocados el 4 y 5 de marzo por la plataforma de danza Innercia.

Bajando Capuchinos desde la Caverna de Amores, el recorrido termina diez minutos después en Cruz del Molinillo. Hace casi dos años que allí se instaló el Espacio Cienfuegos, un local donde un colectivo de artistas crea, enseña y promueve la cultura. «No es una galería al uso, ni un local comercial, ni un salón de teatro, ni una sala de lectura, ni un taller ¿O sí?», se lee en su página de Facebook. En esa ambigüedad se mueven, ocupando la parte de arriba para talleres de artistas y liberando la sala de abajo para organizar diferentes eventos, desde exposiciones a presentaciones de libros y recitales de música. No hay un calendario fijo, se conforma según las necesidades y las propuestas que llegan a Luis Alhama, Ignacio Estudillo y Leticia Crespillo, los tres artistas y gestores que sustentan el espacio. En estos momentos, se exponen las fotografías de Migue Tomé (‘Alucine’) y el 2 de marzo se debatirá en una mesa redonda sobre ‘El peligro de asomarse al interior: Cine surrealista’, dentro del MaF.

Propuestas diferentes que se descubren con solo desviarse unos metros del bullicio del centro.

Diario Sur.

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