domingo, 19 de febrero de 2017

Stefan Von Reiswitz, el ausente más ausente del Museo de la Aduana... por Francis Marmol.


Sobre el Monte Miramar de Málaga habita uno de los surrealistas más geniales que puedan encontrarse en el panorama nacional. Se llama Stefan Von Reiswitz (Munich, 1931) y asegura que no se ha muerto, con ese sarcasmo gélido suyo entre alemán y de cadencia malaguita. Lleva tiempo entregado a la homeopatía y a seguir trabajando en nuevas obras que realiza con paciencia de orfebre y a la espalda de todo visitante de su casa para que no le influyan. El suyo es el mayor ejemplo de ese cosmopolitismo que se arroga la ciudad y al que escupe cuando nadie se da cuenta.

Sus casi dos metros de altura deberían asegurarle el ser visto más fácilmente pero algunos andan empeñados en borrar su existencia artística con desdenes increíbles. No se puede recurrir a ningún autor cercano para atravesar con más elegancia, consecuencia, coherencia y sello propio las vanguardias del siglo pasado. Y esto no sólo con su obra sino también con su actitud crítica y honesta con el panorama ‘compadreista’ de esta nueva Málaga de los museos.


Al malagueño llegado de la huida de la Alemania nazi, la inspiración parisina y catalizador de la güasa andaluza mezclada con su macabrismo, le ha tocado el ostracismo; no estar en el Museo de la Aduana donde los de su generación están igualmente en una selección realmente desequilibrada y desacompasada, sin un espacio más acorde a su protagonismo en el siglo pasado. ¿No hay mejores y más obras de Brinkmann, no las hay del gran Francisco Peinado, de Lindell o Ruano? ¿Si está Carlos Durán por qué no hay algo de Chema Cobo o Pérez Villalta? ¿Y Alvarado, porque hay autores incluso más jóvenes que él? ¿Por qué aquella generación del 50 no tiene mejor exposición, más espacio, y la Nueva figuración un hueco, tan malaguita como fue?

A Stefan se le ha catalogado de pope dadaista y surreal pero por encima de todo ama esta tierra tan madrastra de sus ilustres. Él se ha ganado con creces que su escultura luciera en este museo de todos. O presidiera algunos de sus aireados patios interiores. Qué menos. Ha parido en esta tierra esculturas que deberían no estar en un parque extrarradial sino remediando el parque decimonónico, casposo, que adorna el Ayuntamiento de la ciudad. Sus criaturas, que a menudo son aladas y tienen cabeza de pájaro, o son bellas sílfides con cola de sirena serían la mejor manera de saludar al viajero en esta pasarela verde. Paradigma del verdadero espíritu malagueño, creativo y sincrético. Y no estar mal conservadas y escondidas, en un buen número, en un local para aperos de obra del Parque del Oeste.

Es la Málaga cosmopolita y museística la que tampoco dedica una gran exposición con dinero de sus propios vecinos para estas dos generaciones olvidadas. Ahí está el Centro de Arte Contemporáneo regalando migajas a los artistas locales sin reconocer a grandes figuras como esta misma de Stefan. Y lo que no se entiende ni es de justicia es no pedir más espacio para ellos, más presencia entre las millonadas que se invierten. Será cosa de un Sur-realismo que nada tiene que ver con el surrealismo. Macabrismo de despacho municipal.

Francis Marmol 
http://www.castillodelingles.es/2017/02/19/stefan-von-reiswitz-el-ausente-mas-ausente-del-museo-de-la-aduana/

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