sábado, 18 de marzo de 2017

Del "Infierno De La Iglesia" a las "Mirindas Aburridas".

Foto: Tiojimeno
De la Iglesia abre el Festival de Málaga con un 'thriller' sobre el miedo
Agencia EFE
Álex de la Iglesia ha sido el encargado de inaugurar hoy el vigésimo Festival de Cine en Español de Málaga con su última película, El bar, un thriller sobre los miedos contemporáneos que nos atenazan y cómo las personas pueden llegar a actuar en una situación límite. ¿Cambia el miedo a las personas o, por el contrario, les hace mostrarse como realmente son? Esa es la pregunta que plantea esta película, con un reparto coral formado por Mario Casas, Blanca Suárez, Carmen Machi, Terele Pávez, Secun de la Rosa, Jaime Ordóñez, Joaquín Climent y Alejandro Awada.

Son las nueve de la mañana y un grupo de personas desayuna en un café del centro de Madrid. Al salir una de ellas por la puerta, recibe un disparo en la cabeza, pero nadie se atreve a socorrerlo. Están atrapados dentro del bar.

Para De la Iglesia, la película es "una de éstas de quién es el asesino, de averiguar si está fuera o dentro, y al mismo tiempo una comedia, que habla también de cómo nos sentimos ahora, cómo vivimos el miedo y cómo cambia nuestras vidas".

La historia brotó cuando España vivía atemorizada "por una enfermedad muy importante" y una amiga del director estaba en el hospital "donde estaba ocurriendo eso". "Al despedirnos, no me atreví a darle un beso. Ahí surgió la película", ha desvelado De la Iglesia, que quería plasmar "esta sensación de inestabilidad general en la que te preguntas cómo reaccionarías en una situación así". Para el cineasta, "en la vida, los buenos quizás sean malos disfrazados, los más inteligentes, porque muestran una estrategia más maquiavélica para quedar ellos bien y que seamos los demás los que nos equivocamos en la dirección que ellos quieren".

En El bar invita a descubrir "quién va a traicionar a los demás en una situación de supervivencia en la que somos capaces de pisar hasta a nuestra madre para salir de una posibilidad de muerte".

De la Iglesia vuelve a ambientar una historia en un bar como en su corto Mirindas asesinas, pero entre ambas está toda su vida, y el espíritu "sigue siendo el mismo". "Del chico que hizo aquella queda prácticamente todo. No creo en la madurez, creo en el desgaste, porque lo más interesante de tu personalidad se construye cuando tienes entre 18 y 25 años. Hay un proceso que unos llaman de maduración, y yo de contraste con la realidad. No es que sepas hacer las cosas, sabes evitar los golpes".


Para Blanca Suárez, trabajar con De la Iglesia supone como actriz que le exijan "darte la vuelta como un calcetín y vomitar todo lo que hay dentro", y Mario Casas cree que la película "transmite, se puede tocar, se puede oler, y el espectador lo pasa mal y se ríe". Secun de la Rosa ha agradecido este papel que al principio puede parecerse a otros por los que el público le conoce, "pero a mitad de la película empieza a tener otras aristas", y considera que ser elegido por Alex de la Iglesia es como "estar en una colección de cromos maravillosa". Por su parte, Carmen Machi ha resaltado el trabajo de equipo entre los actores, que debían estar presentes durante las doce horas de rodaje, mientras que Jaime Ordóñez considera que, "cuando se sale de la zona de confort con un personaje tan extremo como éste, se encuentran cosas maravillosas".

El bar, que se presenta fuera de concurso, es uno de los veintitrés largometrajes de la sección oficial del Festival de Málaga y se proyectará esta noche tras la gala inaugural del certamen en el Teatro Cervantes.
Foto: Tiojimeno

NO LE GUSTO LA PELI : 

Mirindas Aburridas por Victor A. Gómez en La Opinión.
Álex de la Iglesia es un cineasta con mucho cartel, popular y seguido, con mucha clac en nuestro país y objeto de atención y halagos en el circuito cinéfilo de culto extranjero. Por eso, que tras su estreno en la Berlinale que el poster promocional de 'El bar' sólo presentara citas hagiográficas de tuiteros anónimos no ofrecía la mejor de las perspectivas. El pase malagueño acaba de confirmar el indicio.

De la Iglesia, no lo olvidemos, empezó en esto del cine como director artístico, es, por tanto, mucho mejor conceptualista que narrador. Sus películas, absolutamente todas, están más diseñadas que relatadas, de ahí que siempre presenten arritmias, escenas alargadísimas que lastran el metraje (acuérdense aquella cortarrollos de 'El día de la bestia' con Armando de Razza), agujeros e incoherencias. Y ahí reside mi gran problema con este hombre: sus puntos de partida me interesan, me guiñan un ojo (el otro día De la Iglesia tuiteó una imagen de 'The Devil Rides Out', una de mis películas favoritas) pero, y no sé bien cómo lo hace, siempre termina frustrándome y aburriéndome.

Sin embargo, le tenía ganas a 'El bar', y no sólo porque suponía el regreso del cineasta a eso, un bar, el territorio en que empezó, el de su fundacional cortometraje 'Mirindas asesinas'. Observar cómo el director y guionista es capaz o no de tramar una pieza de cámara como ésta, con un solo escenario, sin posibilidad de su habitual despendole resultaba, en principio, apetecible, como siempre ocurre cuando un artista se pone a prueba de alguna manera. El asunto es que el autor de 'Acción mutante' o 'La comunidad' no ha hecho más que encapsular fórmulas y errores; así, la puesta en escena única no sirve para desarrollar a los personajes ni para tridimensionalizar de alguna manera el relato, darle cierto peso y poso. En realidad, el espacio único sólo contribuye a hacerlo todo más premioso y carente de estímulos: la primera vez que consulté mi móvil fue el minuto 40 de la película. No fue la última vez que lo hice.

Hablábamos de que Álex de la Iglesia es más un conceptualista que un narrador. El problema es que los conceptos que maneja, salvo excepciones (que precisamente no suelen ser honrosas y coinciden con los encargos que el bilbaíno acepta de ciertos productores: 'La chispa de la vida', por ejemplo), suelen ser uno solo: la filmografía de Álex de La Iglesia es una eterna variación sobre ese subgénero cinematográfico que yo llamo 'ratas a la carrera'; o sea, gente que se hace putadas entre ellos por ambición, supervivencia o puro egoísmo (comparen, por ejemplo, 'Muertos de risa' y 'Balada triste de trompeta': ¿no son la misma película con diferente atrezzo?). Y ahí llegó a su cumbre, por llamarlo de alguna manera, en 'La comunidad', su película más equilibrada y ajustada.


'El bar' es todo lo contrario a equilibrado y ajustado; de alguna manera son dos películas en una: una primera parte más coral, tirando al apunte social y costumbrista, que busca retratar a un país, el nuestro, en su peor momento a partir de ciertos estereotipos; la segunda porción del metraje traiciona estas intenciones: un survival magro, más descacharrante que tenso (ay, el despendole de siempre), que presenta en fila todos los peores tics del cine de Álex de la Iglesia: grotesco porque sí, perezosamente nihilista y, lo peor, aburrido.

(El pase de prensa con público de 'El bar' terminó con aplausos, algo habitual en el Festival de Málaga, certamen en el que nunca se ha escuchado un abucheo)

Victor A. Gómez
Foto: Tiojimeno


LE ENCANTÓ LA PELI:
La crítica: De la Iglesia al infierno

Paco Griñan . Diario Sur


El festival ha arrancado con un seguro a todo riesgo. Con Álex De la Iglesia estaba claro que no íbamos a quedar indiferentes. Para bien o para mal. Su nueva película se titula ‘El Bar’, un cruce de géneros entre la comedia negra y el ‘thriller’. Aunque si hay que etiquetar esta cinta no hay nada mejor que decir que es un ‘ÁlexdelaIglesia’. Se reconoce al director por los cuatro costados de la pantalla. Una cinta salvaje como todo su cine, pero a la vez con vocación de llegar al espectador. Con un arranque brillante y una trama que te atrapa y te arrastra a un dantesco descenso a los infiernos que viven los personajes encerrados en una taberna que, más que oler a la lejía que usa Terele Pávez para quitar la mugre, apesta a miedo.

De eso va esta cinta. De lo irracional ante nuestros propios miedos. Y que ni el terrorismo ni un virus ni el apocalipsis es más dañino que el propio ser humano cuando teme algo que no conoce. Eso les pasa a los clientes encerrados en un bar madrileño del que no se atreven a salir cuando uno de ellos es tiroteado tras cruzar la puerta. En ese reducido espacio buñueliano con toques berlanguianos encierra De la Iglesia a un hipster, una pija, una ludópata, un representante, un ex policía, un camarero, un mendigo y la dueña del bar. Un coro de personajes que juega a un misterio a lo Agatha Christie y que se mueve en un decorado casi único que corría el riesgo de caer en lo teatral, lo rutinario y la repetición. Y al que se le puede afear algún fugaz bache. Pero que en manos de un autor como De la Iglesia alcanza una tensión prodigiosa con cotas de auténtico delirio. De hecho, las películas del cineasta vasco dan en ocasiones una sensación de montaña rusa. Con momentos álgidos que propician bajadas excesivamente largas. Pero no es el caso. ‘El Bar’ es una película pequeña y salvajemente medida –mucho mérito en un autor tan dado al exceso– que se viene arriba. Aunque los personajes vayan más bien en sentido contrario.

El enigma de lo que pasa, los diálogos y el reparto está unido para que la trama funcione como un reloj y complete una de las cintas más entretenidas de De la Iglesia en los últimos años. Cada personaje tiene su momento y todos los aprovechan. Aunque merece la pena destacar a una soberbia Blanca Suárez, al esforzado cobarde barbudo de Mario Casas y al inmenso Jaime Ordóñez que afronta el papel de su vida. Con un personaje aparentemente anecdótico que mejora como la película. Lástima que ‘El Bar’ no haya entrado a concurso. Seguro que se habría llevado tajada y, entre ellos, ese desatado Ordóñez que está de premio. Recomendable para los que quieran pasar un buen (mal) rato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario