Ahora, el hombre del cajón está ultimando su primer disco a su nombre, «La vida esta», con el que quiere compartir su mundo interior - Juan Rubio también ha colaborado con artistas como Rozalén, El Niño de la Hipoteca o Izal en sus diez años de carrera y carretera
Muchos le conocen por ser el hombre detrás del set de percusiones en los conciertos de El Kanka (manos moviéndose a notable velocidad, sonrisas amplísima y perenne), o por ponerle ritmo también a El Niño de la Hipoteca, Rozalén, Antílopez o Izal.Ahora, el malagueño El Manín ha dado un paso al frente y está a punto de presentar su primer disco en solitario, 'La vida esta', un «sueño» que logró hacer realidad a finales del año pasado, cuando consiguió los 6.000 euros que necesitaba (en realidad, cosechó 1.700 euros de más) a través de una campaña de crowdfunding.
Se presenta como «percusionista, librepensador, amo de casa, creador de canciones y, como a él le gusta decir, marío y fiel escudero de El Kanka en mil y una aventurillas». Ah, se llama Juan Rubio, pero no muchos lo saben. Lo de Manín viene, como casi todos los apodos y sobrenombres, de un equívoco: de niño todos le llamaban Juanín pero a su hermano pequeño sólo le salía Manín. Y Manín se quedó.
Lleva en esto de la música ni se sabe (bueno, sí se sabe: una década), pero siempre al fondo, con su sempiterno cajón flamenco, siendo el motor de las canciones de tantos y tantos. Ahora, lanza las suyas propias. «Yo nunca pensé hacer canciones, pero una cosa llevó a la otra y tras pequeñas incursiones en el mundo de la letra, allá por el 2012, nació mi primera maqueta 'Antropología del Fracaso'. He podido compartir mis coplillas por aquí y por allí y con el paso de los años han ido sumándose nuevas melodías y letras en las que confío y que con muchísima ilusión quiero plasmar para siempre jamás en el que será mi primer disco. Así que quiero compartir mi mundo interior con vosotros», asegura el malagueño.
Debutante
En esto de ser frontman, de ponerse delante del micro con sus propios temas, es todo un debutante. Como dijo en una reciente entrevista con 'El Rescate Musical', Manín, solo, no ha dado «ni 10 conciertos», pero con El Kanka lleva «más de 800». Pero él no siente jamás la envidia del que opera en la sombra o la ambición del actor secundario que quiere los créditos en mayúsculas: «Es un orgullo para mí que la gente me conozca por lo que he hecho hasta la fecha: tocar el cajón». Son las palabras propias de un hombre al que, dice, le gusta sobre todo trabajar «en familia». Para La vida esta ha contado con la participación de músicos «que no han ganado un Grammy todavía» como Carlos Cortés, percusionista y productor; Joan Massana, contrabajo y Álvaro Ruiz, guitarra. Sí, en el disco del percusionista otro percusionista es el productor. Así es el mundo de El Manín.
Que muy bien, pero que a qué suenan sus temas. El propio autor nos lo trata de explicar: «A ritmo y armonía de bossa, rumba, bolero, bulería o folk americano». ¿Y las letras? Un vistazo por sus cuentas en las redes sociales demuestra que es un ciudadano preocupado por lo preocupante, y como autor lo traslada al papel: así que ya se imaginan que no le faltan asuntos que tratar en unas letras que, además, también buscan lo íntimo, pero de otra manera. Fernando Lucini le describió así: «El Manin es un poetisatírico que escribe y compone hermosas canciones satíricas y críticas –o de denuncia, ¿por qué no?, a la antigua usanza cantautoril–, y es, a la vez, un poeta de enorme sensibilidad y con una gran capacidad para jugar, entrecruzar y remodelar los contenidos y las significaciones del lenguaje».
«Si perdemos la pasión por culpa del no lo intento/habrá que estar más atentos a esta falta de atención/Ya no nos quedan guaridas, ni el hospicio ni el convento/ no desperdicies la vida, invéntate el final del cuento», canta El Manín en uno de sus temas más veteranos, 'Reino maravilloso'. 'La vida esta', a punto de salir del horno gracias a las generosas contribuciones de sus mecenas-fans, es el resultado de su pasión y de su corte de mangas al no lo intento. Mientras tanto, mientras llega el momento de debutar a lo grande como cantautor, le seguirán viendo, manos moviéndose a una velocidad notable, sonrisa amplísima y perenne, en los conciertos de su marío, El Kanka.
Víctor A. Gómez
La Opinión de Málaga
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