viernes, 4 de enero de 2019

José María Pou: «Siempre hay que andarse con cuidado con los líderes»




El actor quiere bajar el ritmo de trabajo, pero tiene una «voluntad débil» para decir que no a aventuras como 'Moby Dick', la obra que abre el Festival de Teatro este domingo

«Tengo un 'no' enfermizo, digo que no y no me cree nadie», reconoce mientras ríe al otro lado del teléfono. A sus 74 años, José María Pou (Mollet del Vallès, Barcelona) lleva tiempo queriendo bajar el ritmo. «No soy un chavalín, un vejestorio tampoco, pero empieza a notarse un cierto cansancio», reconoce uno de los grandes de la escena. Pero entonces le cae un proyecto «llovido del cielo» como 'Moby Dick'... y se embarca en una gira que desde abril le lleva por medio país. No se pudo resistir a la «aventura» de dar vida al capitán Ahab en su enloquecida obsesión por cazar a la ballena que le dejó tullido. Con esta obra dirigida por Andrés Lima, Pou vuelve a Málaga tras una década de inexplicable ausencia en el circuito local. Y lo hará para inaugurar el Festival de Teatro en el Cervantes el día de Reyes (6 y 7 de enero), «como un regalo para los aficionados».
En detalleLa obra'Moby Dick', de Juan Cavestany sobre la novela de Herman Melville.DirecciónAndrés LimaRepartoJosé María Pou, Jacob Torres y Óscar KapoyaLugarTeatro Cervantes.Fecha6 y 7 de enero, a las 20.00 horasEntradasEntre 11 y 30 euros

–Parece una misión imposible llevar 'Moby Dick' al teatro, pero lo hace y con éxito. :

–Pero no es un reto que haya tomado yo solo, personalmente. Este 'Moby Dick' me cayó llovido del cielo. Fue una propuesta de productor, con un director y con un adaptador. Pero era todo tan de primera categoría que, aun sin haber formado parte nunca de mis planes interpretar al capitán Ahab, dije que sí enseguida. Ante una aventura como esta, hay que meterse. Es una novela de más de mil páginas muy desconocida. Porque aunque mucha gente crea que la ha leído o ha visto en su momento la famosa película con Gregory Peck, tanto la película como la mayoría de las ediciones de las novelas son muy reducidas, alcanzan apenas la tercera parte de lo que es la gran novela entera. Aquí Juan Cavestany ha hecho un trabajo admirable al reducir a una hora ese montón de páginas. Y no se pierde absolutamente nada. Lo que pasa es que nuestro espectáculo elige como narrador y como eje de la aventura al propio capitán Ahab, un hombre obsesionado por la venganza, un loco que está conduciendo una nave de pobres hombres hacia la muerte por un objetivo puramente personal. Es lo que sorprende y conmociona al público.

–Y es un punto de conexión con la actualidad, ¿piensa en algún líder dispuesto a arrasar con todo por un objetivo?

–No quiero pensar en ningún líder concreto, pero es cierto que es uno de los temas que hace reflexionar al espectador. Y si la visión del espectáculo le lleva a pensar en esos otros hombres líderes que por puros intereses personales han arrastrado a pueblos y naciones enteras a la destrucción, la guerra y la muerte, cada uno que le ponga nombre y cara. Tristemente, la historia está llena de ese tipo de personajes con ínfulas y vocación dictatorial y despectiva hacia sus subordinados, prácticamente enloquecidos para conseguir su única y egoísta ambición personal. La historia ha dado muchos ejemplos y parece que va a seguir dándolos.

–Y tampoco hay que irse a las altas esferas para encontrarlos...

–Por supuesto, ese tipo de personas manipuladoras dispuestas a sacrificar a la gente que tiene a su alrededor para conseguir sus propios objetivos las encontramos en compañeros del trabajo, en la propia familia, en determinados grupos... Siempre hay que andarse con mucho cuidado con respecto a los líderes. Hay personas con capacidad de líder que tienen algo que se puede aprovechar positivamente; pero siempre los líderes tienen una cierta tendencia a actuar muy en solitario. Centrándonos en Ahab, estamos ante una persona que no está en condiciones normales. Seguramente en viajes anteriores era un capitán perfecto, de manual, lo que pasa es que en un viaje tuvo un accidente. En un enfrentamiento con esa ballena blanca, la ballena se le comió una pierna y le dejó tullido. A partir de ahí es cuando se convierte en otra persona y no piensa más que en venganza.

–¿Intenta justificar a su personaje?

–No, no, en absoluto. Nunca. Siempre intento entender al personaje, no justificarlo. Pero es cierto que al capitán Ahab le ha pasado algo que le ha cambiado la personalidad.

–En Málaga le veremos el día de Reyes, es la primera vez que se programa ese día en el Cervantes.

–Un día curioso, pero creo que el espectáculo es suficientemente atractivo como para arrastrar a la gente. Me hace ilusión que el espectáculo sea algo así como un regalo de Reyes para los aficionados al teatro de Málaga. Podemos pensar que los Reyes han depositado la noche anterior ese 'Moby Dick' especial; porque mientras unos estén durmiendo soñando con los regalos y otros disfrutando de las fiestas, los técnicos de la compañía estarán montando el escenario.

–Ha dicho en alguna ocasión que le gustaría ya descansar de tanto trabajo, ¿qué le impide jubilarse?

–Que tengo una voluntad débil (ríe). Tengo un 'no' enfermizo, digo que no y no me cree nadie. Cada vez que me ofrecen una cosa nueva digo que ya soy muy mayor, que ya llevo 50 años trabajando y quiero rebajar en mucho mi cantidad de trabajo. Tengo 74 años. No soy un chavalín, un vejestorio tampoco, pero empieza a notarse un cierto cansancio. Y como a mí me ha gustado siempre aceptar retos enormes... Algunos espectáculos míos de los últimos años, por cierto, no se han visto en Málaga. Ahí tengo yo una pequeña espinita clavada... Recuerdo el 'Rey Lear' en el Cervantes con el público en pie y 'La Cabra' con el teatro lleno.

–Habla de sus trabajos con una pasión que entiendo que no le crean cuando dice que no.

–(Ríe) Es verdad que tengo un pequeño problema. Por una parte, estoy deseando descansar. He podido hacer una carrera de la que me siento orgulloso, con espectáculos de los que no hay que avergonzarse. Pero ahora hay unas generaciones nuevas de actores que están creando nuevos espectáculos e investigando con nuevos lenguajes a los que hay que dejar sitio. Pero me propongo eso y, de repente, me llega un texto como 'Moby Dick'.

–¿Entiende la imputación a Dani Mateo por sonarse la nariz con la bandera de España?

–De antemano, enarbolo la bandera de la libertad de expresión. Cualquier cosa que coarte la libertad de expresión es negativa. Luego entramos en el otro terreno, en el del sentido del humor. Hasta los más grandes dictadores o reyes absolutistas tenían siempre a su lado un bufón para hacerles reír. Un bufón que tenía la autorización del propio tirano para decir lo que quisiera y hacerles reír de sí mismos. Todo es una cuestión de dónde está el sentido del humor de cada persona. Me da pena, me gustaría que la gente tuviera un sentido del humor mucho más amplio y laxo. No puedo estar más en contra de este tipo de acciones, y no por un tema gremial.

–Y, ¿cómo se vive el 'procés' desde el corazón de Cataluña?

–Aquí en Barcelona sigue en primera plana. Yo ya dije desde el principio que no tenía ningún sentimiento independentista, quizás porque nunca me he sentido dependiente de nada. Respeto muchísimo a toda la gente que cree que lo mejor para Cataluña es la independencia, pero no comparto sus ideas. Pero tampoco estoy de acuerdo con esa prisión provisional tan larga. No deja de ser una condena que se obliga a pagar de antemano y tiene mucho de injusto. Eso no favorece la solución del problema.

Regina Sotorrio

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