lunes, 8 de agosto de 2016

Aproximación al Mosquito Tigre ... por Txema Martín

La prueba de que el mes de agosto contiene dosis mortales de aburrimiento es que se las llamadas de los vecinos alertando de la presencia de un mosquito se han multiplicado en las últimas semanas. No son pocos los que se acercan al centro de salud más cercano para tratar picaduras del calibre de una moneda de dos euros mediante un pinchazo de cortisona, y extremar las medidas disuasorias para soportar esa adicción tan natural como insana de rascarse cuando pica. En los tobillos, sin ir más lejos, se me acumulan unas picaduras molestísimas y aprovecho cualquier circunstancia para rozarme con los extremos de los zapatos, cuando no se deja uno llevar y se descubre rascándose a calcetín quitao o a la remanguillé, como dicen los franceses.


Nótese que ni siquiera en el amenazador asunto del ataque de los mosquitos tigre se ponen de acuerdo las administraciones. Hay expertos que aseguran que aquí lo que hay son mosquitos vulgares y oportunistas, en concreto variedades de ochlerotatus caspius y detritus, palabras por cierto horribles como casi todas las nominaciones de las especies. Incluso la libélula -una de las palabras más hermosas del diccionario, seguida muy de cerca por 'tú'- esconde en realidad el disonante género de las anisopteras. El caso es que ya vinieron unos señores de Huelva vestidos totalmente de Coronel Tapioca a decirnos que no existía semejante plaga, que estos mosquitos no son tan grandes, que lo que pasa es que los malagueños somos unos exagerados. Y la verdad es que sí. Allí en Huelva tienen una dirección general de control de mosquitos y nosotros no tenemos ni una humilde concejalía que aúne playas, fiestas y mosquitos. El Ayuntamiento de Málaga y la Junta de Andalucía van a hacer lo que se dice tomar cartas en el asunto. Se van a unir para buscar soluciones así que lo más probable es que la cosa vaya a peor, terminen a bofetones con el matamoscas, cunda la paranoia en la población y se instale en Málaga la tendencia de llevar una versión mosquitera del burka, convirtiendo nuestras viviendas en invernaderos de citronela. Desde la vocación de servicio público que tiene toda columna, ante esta fastidiosa versión de vampirismo se recomienda volcarse en estrategias para derrotar el pánico y tratar siempre de hacer caso a lo que dicen nuestras abuelas. Por ejemplo para las picaduras, salivita en ayunas. Por lo visto las primeras salivas del día son mejores que las demás porque no están mancilladas por la acidez, sino que navegan en la asepsia. No es un remedio de mentira, como el de tratarse las picaduras de medusas con pipí. De las medusas, por cierto, nada se sabe, pero que la vida va por rachas ya nadie lo pone en duda. Al ciudadano medio no le queda otra que tumbarse a la bartola a esperar plácidamente un Armaguedón tras el advenimiento de la séptima plaga, que será posiblemente una invasión de los turistas.

Txema Martin

No hay comentarios:

Publicar un comentario