En un momento de la entrevista, Diana Navarro (Málaga, 1978) mantiene al otro lado del teléfono una conversación con su gata, a la que recrimina cierta actitud por lo demás propia de un felino doméstico. El apunte familiar encaja como un guante en nuestro diálogo: la cantante habla siempre con la claridad de quien no tiene que ocultar nada, una opción que la experiencia ha convertido en una más que notable riqueza humana y artística. Hace unos meses lanzó Navarro al mercado su último disco, titulado con el término Resiliencia, que hace referencia a la capacidad de ciertos ecosistemas de absorber perturbaciones del entorno sin alterar sus características esenciales. Se trata de un trabajo decisivo en la carrera de la intérprete, que refuerza aquí su trabajo como compositora, hace gala de una honestidad confesional en la escritura de los temas y concede especial protagonismo a los sonidos electrónicos que la han acompañado desde el principio.
Ya apuntó Navarro poco antes de la publicación del álbum que tenía pensada una puesta en escena para la gira "directa y esencial", y con tales armas está la malagueña dispuesta a volver a la carretera. Así lo hizo, de hecho, el pasado de viernes en Oviedo, en un adelanto sometido a ciertas circunstancias ("Me nombraron chupinera mayor de las fiestas de San Mateo", recuerda la cantante entre risas) que ya mostraba los argumentos esenciales de esta gira que, sin embargo, comenzará de manera oficial el próximo 15 de octubre en el Teatro Cervantes de Málaga. A partir de ahí seguirá una docena de fechas en toda España ("Cruzaremos los dedos para que el ambiente se anime y sean muchas más", admite) vitales para una creadora dispuesta a poner todas las cartas boca arriba y protagonista de una verdadera etapa de transición cuyos episodios, presentes y futuros, darán seguro que hablar.
"Sí, presentamos una producción esencial en cuanto a la formación musical aprovechando el soporte electrónico que llevamos", apunta Navarro, "pero queremos dar algunas sorpresas en la cuestión interpretativa y también en la audiovisual. Llevamos un espectáculo muy completo, que permitirá al público participar en muchas experiencias", explica la malagueña, quien valora de la antesala asturiana "la respuesta de la crítica, porque parece que ha quedado claro lo que pretendíamos". Presume Diana Navarro del "equipazo malagueño" que ha hecho posible una producción tan ambiciosa en todos los órdenes, y confirma que, ante la inminente llegada a los teatros, con el Cervantes como primera y emocionante parada, el espectáculo "está ya listo salvo un par de cosas que limaremos. Todo es mejorable, pero, honestamente, creo que vamos a presentar un concierto muy bonito".
En su faceta de compositora, también es Diana Navarro de las que aprovechan la vida en la carretera para, cuanto menos, anotar las primeras ideas de futuras canciones. Eso sí, la cantante supedita cualquier apunte en este sentido a un elemento fundamental para ella: la relación con el público. Y así lo detalla: "Una gira es un aprendizaje que se da día a día. Cuando se trata de dar conciertos, hay que ser siempre muy consciente de la respuesta del público, porque es él el que manda. Es importante comprender, y más cuando se ofrecen cosas nuevas, que aquí no se trata tanto de lo que le guste al artista como de lo que le guste al público. Hay que tener siempre los ojos bien abiertos y, a partir de lo que se ve, seguir creciendo". Por eso, en parte, mantiene Diana Navarro una relación en doble dirección con los momentos inesperados que regala la música, con tal de ofrecer siempre a quien escucha su trabajo con la mayor dignidad posible: "Hay momentos en los que improvisamos y encontramos cosas que resultan sorprendentes. Entonces las incorporamos, pero no de cualquier manera, sino donde deben estar. A mí me gusta la improvisación, y de hecho le doy su espacio en los conciertos, pero siempre dentro de una previsión y de un desarrollo que hemos definido anteriormente". El público, eso sí, siempre está de su parte: "La evolución que mantengo con mis seguidores es la lógica, la que cabe esperar del paso del tiempo y del vivir. Ellos me conocen y yo voy conociendo a mi público, aunque siempre aspire a darles algo que no esperaban".
Tal asunto, no obstante, reviste algunos matices cuando se trata de una artista dispuesta a abrir caminos ("Es cierto que se me identifica con un público, pero estoy encantada de llegar a otros"). Por eso, y en virtud de su equipaje electrónico, asegura que no dudaría ante la posibilidad de participar "en festivales como el Sónar y el FIB. Por supuesto. Ahí la gente sí que va a escucharte. Tengo amigos que antes de ir a estos festivales se preparan sus playlists de todos los grupos que van a ver. Eso lo quiero yo para mí". Nada le queda grande a Diana Navarro.
Ya apuntó Navarro poco antes de la publicación del álbum que tenía pensada una puesta en escena para la gira "directa y esencial", y con tales armas está la malagueña dispuesta a volver a la carretera. Así lo hizo, de hecho, el pasado de viernes en Oviedo, en un adelanto sometido a ciertas circunstancias ("Me nombraron chupinera mayor de las fiestas de San Mateo", recuerda la cantante entre risas) que ya mostraba los argumentos esenciales de esta gira que, sin embargo, comenzará de manera oficial el próximo 15 de octubre en el Teatro Cervantes de Málaga. A partir de ahí seguirá una docena de fechas en toda España ("Cruzaremos los dedos para que el ambiente se anime y sean muchas más", admite) vitales para una creadora dispuesta a poner todas las cartas boca arriba y protagonista de una verdadera etapa de transición cuyos episodios, presentes y futuros, darán seguro que hablar.
"Sí, presentamos una producción esencial en cuanto a la formación musical aprovechando el soporte electrónico que llevamos", apunta Navarro, "pero queremos dar algunas sorpresas en la cuestión interpretativa y también en la audiovisual. Llevamos un espectáculo muy completo, que permitirá al público participar en muchas experiencias", explica la malagueña, quien valora de la antesala asturiana "la respuesta de la crítica, porque parece que ha quedado claro lo que pretendíamos". Presume Diana Navarro del "equipazo malagueño" que ha hecho posible una producción tan ambiciosa en todos los órdenes, y confirma que, ante la inminente llegada a los teatros, con el Cervantes como primera y emocionante parada, el espectáculo "está ya listo salvo un par de cosas que limaremos. Todo es mejorable, pero, honestamente, creo que vamos a presentar un concierto muy bonito".
En su faceta de compositora, también es Diana Navarro de las que aprovechan la vida en la carretera para, cuanto menos, anotar las primeras ideas de futuras canciones. Eso sí, la cantante supedita cualquier apunte en este sentido a un elemento fundamental para ella: la relación con el público. Y así lo detalla: "Una gira es un aprendizaje que se da día a día. Cuando se trata de dar conciertos, hay que ser siempre muy consciente de la respuesta del público, porque es él el que manda. Es importante comprender, y más cuando se ofrecen cosas nuevas, que aquí no se trata tanto de lo que le guste al artista como de lo que le guste al público. Hay que tener siempre los ojos bien abiertos y, a partir de lo que se ve, seguir creciendo". Por eso, en parte, mantiene Diana Navarro una relación en doble dirección con los momentos inesperados que regala la música, con tal de ofrecer siempre a quien escucha su trabajo con la mayor dignidad posible: "Hay momentos en los que improvisamos y encontramos cosas que resultan sorprendentes. Entonces las incorporamos, pero no de cualquier manera, sino donde deben estar. A mí me gusta la improvisación, y de hecho le doy su espacio en los conciertos, pero siempre dentro de una previsión y de un desarrollo que hemos definido anteriormente". El público, eso sí, siempre está de su parte: "La evolución que mantengo con mis seguidores es la lógica, la que cabe esperar del paso del tiempo y del vivir. Ellos me conocen y yo voy conociendo a mi público, aunque siempre aspire a darles algo que no esperaban".
Tal asunto, no obstante, reviste algunos matices cuando se trata de una artista dispuesta a abrir caminos ("Es cierto que se me identifica con un público, pero estoy encantada de llegar a otros"). Por eso, y en virtud de su equipaje electrónico, asegura que no dudaría ante la posibilidad de participar "en festivales como el Sónar y el FIB. Por supuesto. Ahí la gente sí que va a escucharte. Tengo amigos que antes de ir a estos festivales se preparan sus playlists de todos los grupos que van a ver. Eso lo quiero yo para mí". Nada le queda grande a Diana Navarro.
Pablo Bujalance
Málaga Hoy
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