viernes, 30 de septiembre de 2016

Selección Natural ... por Txema Martín


El otro día entablé una conversación con un empresario malagueño dedicado a la hostelería. Este hecho fue de por sí un acontecimiento extraordinario, ya que mis parlamentos con el sector se limitan a razonamientos mucho más cortos y prácticos, a veces incluso ágiles, limitados a peticiones de sustentos o de licores, recepción de ofertas, solicitudes de cobro, y poco más. Este empresario, que ha vivido una auténtica implosión gracias a la anárquica permisividad que asola el centro de la ciudad, me contaba su revolucionario sistema de contratación de camareros. Lo hacía con la típica pretenciosidad de quien se jacta de cometer una fechoría con indisimulado orgullo, como los que a estas alturas presumen de ponerse 200 por hora o de defraudar al fisco. Dicho sistema consistía en lo siguiente: el inesperado empresario contrataba durante las primeras semanas al doble de camareros de los que necesitaba para que, conforme fueran pasando los días, pudiera quedarse únicamente con aquellos que rendían más y despedirse de los que ponían quejas, pedían más sueldo o aludían a algún siniestro precepto laboral. Más allá de dilemas morales, aquel sistema se antojaba heredero de un trastabillado proceso de selección natural de las especies. Las teorías de Darwin se disponían maravillosamente aplicadas a la conjunción de las terrazas malagueñas.


En realidad esta conversación tuvo lugar hace mucho más tiempo, pero se da por sabido que el lector está familiarizado con que cualquier acontecimiento cuyo relato comienza por 'el otro día' pudo haber sucedido meses atrás, incluso años, en definitiva, en cualquier momento de la existencia del autor o protagonista del relato. Si bien es cierto que fue el otro día, el miércoles sin ir más lejos, cuando comprobé que este escurridizo modelo de contratación era también adaptado a otras lides con mejor predicamento. La directora artística y el gerente del museo Thyssen han visto renovados sus contratos con un idéntico sistema: un año cada uno y el plazo de unos meses para evaluar cuál de los dos continúa en el cargo, con la propina de un 15% menos de sueldo. Sólo falta que Onda Azul se encargue de hacer el reality y que la audiencia votara por SMS con un 'sale Moreno' o 'sale Ferrer'. La conclusión es que a los dirigentes de los museos de esta ciudad se les contrata como si estuvieran tirando cañas.


Sigo insistiendo en la necesidad de un sindicato de altos cargos en nuestra ciudad, del mismo modo que haría falta otro exclusivo para camareros, un honrado gremio con altísimas dosis de intrusismo y a cuya profesionalidad sólo se alude cuando se habla de limitar las terrazas. A este binomino 'ciudad de museos y terrazas' aludió el director del Picasso en una jugosísima entrevista que ofreció a este periódico, también el otro día. Él ha sido renovado por tres años. Habrá tenido suerte.

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