EL DIARIO DE UNA MININA: "CONVERSACIONES CON EL OJAZOS".
La gente solitaria que tiene mascota le habla, pero yo que estoy doblemente afectada por la soledad - primero, porque vivo sola y segundo, porque no tengo siquiera una triste cucaracha, por nombrar algún ser viviente, a quien darle los buenos días, en caso de ser buenos, claro está. El mosquito inmune a la insecticida se largó hace una semana. No sé si se habrá cansado de mis ofrendas: sprays, velitas, enchufes, inciensos, o de mi verborrea regañándole que ya está bien de venir a comer a deshoras y que tenemos que negociar: estoy dispuesta a donar un mililitro de sangre a las 22:30 y otro a las 6:30, pero que me deje dormir ocho horas seguidas. Supongo que los horarios no le han parecido bien.
Dicen que hablar con uno mismo es el síntoma innegable de locura, así que para cuidar mi salud mental tengo la costumbre de ir al Dunken Coffee a hablar con un donut, para no darle mucha lata al Padrenuestro. Ese donut guapo, con los ojazos de chocolate negro y blanco plantados en medio de la ralladura de coco sobre el caramelo azul - muy exótico el muchacho!
Lo pongo enfrente para mirarnos a los ojos y así tomar mi café acompañada de un oyente dulce, tierno, que no me interrumpe y que me garantiza el nivel de glucosa óptimo para una semana.
Ahora me doy cuenta de que hace tiempo que no hablo con el Ojazos, la verdad. Será que este verano el mosquito me tenía muy entretenida o quizás, porque por fin acepté que no hay nada que sustituya aquellas conversaciones infinitas que mantuvimos en el Dunken Coffee mi pareja y yo.
Pero también porque prefiero contar mis historias a quien me lee al otro lado de la pantalla siguiendo con los ojos mis letras negras, con o sin café.
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