domingo, 4 de diciembre de 2016

Carlos Nuñez vuelve al Cervantes

Carlos Núñez: «Es triste cuando un artista copia modelos que ve por la tele para parecer más interesante»
El músico volverá a defender este jueves las tradiciones musicales en el Cervantes. De camino, quiere visitar los Dólmenes de Antequera
  • Nada más saber que la llamada procede de Málaga, Carlos Núñez cambia el tono: «¡Estáis de enhorabuena por allí! Lo de los Dólmenes es muy importante». Mientras conversa tiene delante el libro que Rafael Mitjana escribió en el siglo XIX sobre el ‘Templo druida’ de Antequera, en referencia al Dolmen de Menga, hoy ya Patrimonio de la Humanidad. La definición de Mitjana era errónea, «pero me pareció fascinante que existiera un imaginario celta en Málaga en el XIX». Por eso, su próxima visita a la provincia tiene una doble motivación: actuar en el Teatro Cervantes (8 de diciembre) para celebrar los 20 años de su debut discográfico y, si puede, «llevar al grupo a ver los Dólmenes».
    –Imagino que 20 años atrás ni soñaría con que llenaría teatros y auditorios con una gaita.
    –Imagínate, menudo viaje hemos hecho y la de cosas que estamos revolucionando. Porque es un sueño ver que la música sirve para hermanar a la gente. Me preguntaba cómo celebrar estos 20 años, si llamar a los mismos que participaron en ‘A Irmandade das Estrelas’. Pero me dije: ¡Qué caramba! Hay toda una nueva generación de chicos que hacen música tradicional y que no han tenido la oportunidad de darse a conocer. Así que hemos invitado a jóvenes de todas partes a sumarse al barco con nosotros y recorrer el mundo (algunos de ellos le acompañan en Málaga). Empezamos en la película ‘Jota de Saura’ y hace una semana en la Catedral de Santiago hemos puesto a funcionar por primera vez todos los instrumentos que aparecen en el Pórtico de la Gloria, mil años de música que estaban ahí como un documento. 



    –¿Y cómo sonó?
    –Teníamos hasta miedo de que no funcionase. Yo decía: si conseguimos afinar todos estos instrumentos, será la música más bella del mundo. Y milagrosamente estuvieron afinados. Son sonidos muy mágicos. Y lo bonito de esto es que podemos darle vida a esos instrumentos antiguos porque siguen vivos. En España tenemos unas tradiciones muy antiguas que no han desaparecido, como los verdiales.
    –Con tantas ansias de innovar, ¿nos olvidamos de dónde venimos y quiénes somos?
    –Totalmente. Es muy importante que nos hagamos esa pregunta: ¿Quiénes somos nosotros? Hay mucha gente en el mundo que vive mirándose al espejo intentando imitar lo que ve en las películas americanas. Vestirse como tal actor, cantar copiando los giros que hace el cantante americano de turno... Precisamente en un país como el nuestro donde las tradiciones siguen vivas, tenemos un mensaje para el resto del mundo. Pensemos que en estos momentos toda Europa está llena de plástico, te encuentras exactamente lo mismo en Limoges y en Bristol. Las mismas cosas, la misma hamburguesa, la misma música. Es muy importante que los jóvenes conecten con lo nuestro, que además nos ha llegado gratis a través de la tradición, para salvarlo, que no desaparezca. Y además compartirlo con el resto del mundo.
    –¿Y por qué no se valora? Siempre parece que lo de fuera vale más
    –Eso les pasa también a los franceses, a los italianos y alemanes. Hay países que han borrado su pasado. A Inglaterra o Alemania no les queda nada vivo, han perdido todas sus canciones tradicionales. El pop americano lo ha sustituido todo. Hay cosas fantásticas del pop, pero también cosas de aquí a las que no se les da ningún valor, ni salen en la televisión.
    –Y lo que no sale en televisión, no existe.
    –Sí, cierto, pero tampoco puedes estar esperando eternamente el apoyo de tu país. Esto es algo que aprendí desde jovencito:No esperes a que nadie te apoye, hay que trabajar e ir hacia adelante; ya te seguirán después sin funciona. Y la verdad es que nosotros tenemos un público maravilloso que siempre responde a la llamada, porque esta es una música de todas las generaciones. 
    –Ahora le tiende la mano a jóvenes músicos. ¿Echó de menos eso mismo cuando usted empezaba?
    –Pues imagina... Me fui de gira con The Chieftains, los reyes de la música irlandesa, por EE UU, por Japón, por Australia... Y de pronto me veo tocando y colaborando con Bob Dylan, otro día con Sinéad O’Connor y otro día los Rolling graban con Los Chifteins canciones irlandesas para apoyar una causa. ¡Yo quería hacer lo mismo con nuestras músicas tradicionales! Por eso invité a Luz Casal a cantar ‘Negra sombra’ con Ray Cooder a la guitarra. Después resulta que le gusta a Alejandro Amenábar y me la pide para ‘Mar adentro’ y entonces le pido yo que se anime a componer música para gaita. Siempre intentando juntar. Eso es algo muy hispánico.



    –Hay mucho trabajo, pero tuvo la suerte de que la gente le respondió...
    –Sí, he tenido muy buena estrella, pero también tengo que trabajármelo todos los días. No paro. Mi vida es la música. Pero soy feliz, porque lo bonito de todo esto es compartir, hacerlo todos juntos: juntar a un guitarrista flamenco con un músico irlandés. La música celta es maravillosa porque en el fondo es una especie de sabiduría del intercambio de ideas.
    –Tras 20 años, ¿se hace cada vez más difícil superarse a uno mismo?
    –Yo creo que cada vez disfruto más. Cuando era más joven tenía más incógnitas, más miedos. Estoy en una edad estupenda, en plenitud de facultades para hacer las músicas más virtuosas, el cuerpo me responde y al mismo tiempo tengo experiencia. Además, siento el apoyo del público.
    –¿Y no se siente como una estrella del pop y del rock? En sus conciertos le piropean, bailan, aplauden...
    –Bueno. Aunque la gente nos muestre todo su cariño, los músicos que hacemos música celta y tradicional mantenemos la humildad. En el rock he visto detalles que no me gustan, cuando el artista empieza humilde, después hace fortuna, se mete en un castillo y marca espacio con su público. Nosotros le debemos a la gente el haber aprendido melodías de ellos. Somos una parte más de toda esa comunidad. Me parece triste cuando el artista quiere hacerse estrella de rock y copia modelos que ve por la televisión para parecer más interesante.

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