Dentro de unas horas abrirá en Málaga uno de los museos más esperados y más deseados de cuantos ya adornan su callejero: el Museo de Málaga. Una infraestructura que en su propio nombre ya lleva su grandeza. Esta enorme infraestructura cultural que va a ocupar el antiguo edificio de La Aduana se verá convertido así en el espacio que hace dos décadas pidieron en multitudinaria manifestación los propios malagueños, algo inaudito en los anales de las protestas callejeras locales.
Al margen de ello cabe destacar que su prolija colección pictórica, de 2.000 obras, fechadas sobre todo entre el XIX y XX tienen como es de esperar sus altos y sus bajos en el circuito expositivo preparado pero en general acabará por ser una sola de todas ellas el icono que sintetizará la colección, al modo en que la Monalisa de Da Vinci lo es del Louvre o La llegada de la primavera puede serlo de La Academia en Florencia.
En este caso, ‘Y tenía corazón’ de Enrique Simonet (1866, Valencia- Madrid, 1927), de considerables dimensiones, va camino de convertirse en ese manoseado objeto de culto para el turista. Al parecer y según apuntan algunos estudiosos de la obra, que refleja a un forense realizando una autopsia a una joven a la que ha sacado el corazón, no es como se ha conjeturado una pintura con carácter social y de cierto tinte romántico, en la que la chica sería una prostituta y con el propio título y la cara de sorpresa de su protagonista se querría poner de relieve la conmiseración con las mujeres dedicadas al oficio más viejo del mundo.
‘Lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp’ de Rembrandt.
Sin que esto haya sido refutado con pruebas inapelables lo que mantienen algunos expertos es que Simonet realizó esta obra en su estancia en Roma y que la temática más que a cierta conciencia de clase o preocupación social respondería a una moda del momento, la de pintar cuerpos inanes. Según se rastrea en su correspondencia no sería una prostituta la representada sino una actriz despechada que se habría suicidado, según sostiene en un artículo el especialista Javier García Blanco.
Memorables precedentes
Al margen de este misterio o dualidad de teorías lo que sí es cierto es que existen muchas obras que figuran como precedentes y luego otras que pudieron seguir la misma línea; la de representar cuerpos sin vida, o casi al borde de esa muerte, para tratar de elevarlos a inmortales o por el contrario mostrar la fugacidad de la carne. Esta tendencia llegó hasta las primeras fotografías que se habituales en las morgues de la época.
En cuanto a pinturas precedentes a esta obra de Simonet merecen recordarse obras como ‘La lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp’ (1632) de Rembrandt que está en un museo de La Haya y responde a ese espectáculo privado en el que se convertía la disección de un cuerpo yacente. Con individuos todavía con un aliento de vida pero casi a las puertas de la muerte ‘La clínica Gross’ de Thomas Eakins también es un tenebroso lienzo que muestra al doctor del mismo apellido interviniendo sobre un paciente.
Este interés por el cuerpo humano en su lucha por la vida o ya definitivamente muerto ha sido una temática muy recurrente desde antiguo y de hecho le obsesionó a genios de la pintura universal como al propio Leonardo Da Vinci (Cuaderno A) o a El Bosco. La exposición de un cuerpo inerte también ha dejado maravillosos ejemplos más allá de la imaginería religiosa con Jesucristo hiperexpuesto a ser pintado y repintado por los más grandes artistas.
‘Ciencia y caridad’ de Picasso, en el museo de este autor en Barcelona.
Un cadáver celebérrimo es el captado en ‘La muerte de Marat’ de 1873 de Jean Louis David donde lo que premia es la fiereza de la escena y el significado político del mismo. En cambio a la motivación científica, que más bien movió a Simonet, se le pueden sumar casos como ‘Ciencia y Caridad’ de Picasso que con sólo 15 años consiguió plasmar esta escena posiblemente también llevado por reflejar las condiciones adversas del proletariado en la Cataluña industrial, con una prostituta enferma encamada junto a un doctor que tiene la cara del progenitor del malagueño. Al parecer a la acomodada clase burguesa catalana le dio por acumular obras de este trasfondo social.
‘Horrible hallazgo’ de Adolf Hering que está en el Museo de Bellas Artes de Berlín es otro de esos lienzos que tiene mucho que ver con el enigmático cuadro de La Aduana de Simonet, en él una mujer llora sobre el cuerpo sin vida de un supuesto ser querido ante la actitud ya de desatención de un probable cirujano. Bastantes parecidos con este de Málaga, ya decimos.
Como más actual cabe recordar una reinterpretación de ‘Y tenía corazón’ del pintor alemán afincado en Málaga, y aún vivo y coleando, Stefan Von Reistwitz que jugaba con la ironía de la frase del título presentando en la autopsia, en vez de a una prostituta o una actriz, a una sirena.
Francis Mármol
El Castillo del Ingles
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