Los Reyes podían estar mirando ‘Salomé con la cabeza de San Juan Bautista’ de Lucas Cranach el Viejo en el Thyssen, una de las obras del Museo de Bellas Artes de Budapest, mientras conocían la sentencia del caso Nóos. Mientras se conocía (y por resumir) la absolución de la infanta Cristina y la condena de Urdangarín a 6 años y 3 meses de cárcel. Ahí está la cabeza de Iñaki. En bandeja de plata.
La monarquía española se modernizó mucho en 2013 cuando la infanta Cristina fue imputada. Una mujer adelantada a su época, aunque fuera por dar hachazos a la quilla de la Corona pensando que su marido hacía lo mismo que había visto en casa. Y como aseguró en el juicio, haciendo ella lo mismo que todo el mundo. También dijo Kyril de Bulgaria que si la infanta nunca había ido a renovarse el DNI, cómo iba a entender el funcionamiento de su empresa. Con su obcecación a la hora de agarrarse a su marido, al título de infanta y a los derechos sucesorios, también contribuyó la segunda hija del rey don Juan Carlos a su abdicación. Jaque Mate. Una jugada maestra que ni Judit Polgár. Por el camino, ha caído hasta Manos Limpias (aquí han sido condenados en costas). Asimismo, el Rey revocó a su hermana la atribución de usar el título de Duquesa de Palma de Mallorca. Ese camino han sido diez años desde la primera investigación, cinco de instrucción, seis meses de juicio oral y ocho de deliberación.
A la espera de lo que resuelva el Tribunal Supremo sobre la condena de Urdangarín, de momento no parece que la infanta Cristina se vaya a convertir en Blue Jasmine (lo digo por pobre, no por viuda), aunque pueda presentarse en casa de su hermana con el bolso de Bottega Veneta, ese con el que fue a alguna sesión del juicio oral. Pero, vaya, uno de 1.350 euros, que tampoco era el canvas. Dejando aparte el patrocinio del Aga Khan, tiene, como tantos españoles, el colchón familiar. Un colchón tan mullido que no notaría ni un melón colocado debajo. Hace años parecía impensable que una infanta se sentara en el banquillo. También parecía impensable que las jueces en España se fueran a llamar Samantha. La siguiente etapa de carnaza serán los posibles vis a vis en la cárcel (los SAR a SAR). Esa infanta enamorada como Krazy Kat visitando al gato Ignacio en la cárcel de Coconino.
La infanta Cristina depositó en diciembre de 2014 los 587.413,58 euros que solicitaba la Fiscalía por responsabilidad civil a título lucrativo. Como se le ha impuesto una cantidad de 265.088 euros, la sentencia le sale a devolver. También puede dar gracias de que no haya televoto.
Rosa Belmonte
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