Socialistas y populares incumplen así la moción aprobada por el Parlamento autonómico en noviembre de 2015, de modo que ni Podemos ni Ciudadanos tienen presencia en el consejo de la RTVA, mientras que la quinta y última fuerza política andaluza (IU) conserva la que le correspondió en la legislatura anterior. Tampoco se han renovado el Consejo Audiovisual ni la Cámara de Cuentas. Parece que lo único que corría prisa era quitarse de enmedio al incómodo José Chamizo como Defensor del Pueblo.
Pero en materia de incumplimientos la cosa es más grave que una dirección general interina que se convierte en indefinida o una irrepresentatividad prolongada del órgano de control de Canal Sur. Es la propia ley de creación de la Radiotelevisión Andaluza la que ha degenerado en papel mojado. Los objetivos de Canal Sur no se alcanzan ni por aproximación. No se proporciona una información objetiva y plural, no se forma a los andaluces y, en cuanto al entretenimiento, se entretiene entonteciendo y anestesiando a la audiencia.
Además de caro, mediocres y despilfarrador -se despilfarra, por ejemplo, el talento de una plantilla desmotivada-, el artilugio puesto en marcha en 1989 no ha dejado de perder espectadores. Ahora ha instalado su audiencia por debajo de los dos dígitos (menos del 10% de la audiencia total). Presume de ser "la nuestra" como la referencia televisiva de los andaluces, la cadena propia con la que nos identificamos. Pero obtiene sistemáticamente shares más modestos que Antena 3 y Telecinco, muchas veces también por detrás de TVE. No es una opinión, sino una constatación. Más andaluces consideran más suyas a otras televisiones que a la que blasona de serlo.
Canal Sur es políticamente sectaria, intelectualmente ínfima, socialmente conservadora y estéticamente nula. Su programación se orienta hacia los sectores sociales rurales, de mayor edad y menos nivel educativo. Los más fieles votantes del PSOE.
José Aguilar
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