sábado, 8 de julio de 2017

El placer de un jazz preadolescente

Foto: tiojimeno
El joven pianista Joey Alexander abre el ciclo de conciertos de El Portón del Jazz con su primer concierto en España


El Portón del Jazz que se celebra cada año en la finca El Portón de Alhaurín de la Torre se ha convertido ya en un festival mítico. Una de las pruebas de su indiscutible repercusión entre los amantes del jazz y en definitiva del buen gusto que impera en este lugar es la facilidad con la que suele agotar las entradas de sus sesiones, que siempre se celebran todos los viernes de julio desde hace veinte años. Cuando empezó este festival, el pianista que ahora nos ocupa ni siquiera había nacido. El ciclo de este año se inaugura con Joey Alexander, un niño, con perdón, que ahora tiene 14 años pero lleva por lo menos dos revolucionando a todo el que lo escucha.


Con cerca de media hora de retraso apareció Joey sobre el escenario con un aire huidizo y tímidamente ‘freak’. Es su primer concierto en España. Antes, ha tocado en los mejores festivales de Estados Unidos, desde Newport a Nueva Orleans, delante de Herbie Hancock, Bill Clinton o Barak Obama. También es el primer indonesio en entrar en la lista de Billboard 200, antes de mudarse de Bali a Yakarta, y luego a Nueva York, donde ahora explota un talento milagroso que va mucho más allá del mero virtuosismo técnico, tal y como demuestra ahora con un hermoso Steinway de cola.


Esta noche, alrededor de él circulan cientos de insectos voladores, alúas, que parecen querer devorar también a la audiencia. Pronto suena el piano y todos los bichos se apaciguan. La primera canción en caer es una versión de Paul Mccartney que buena parte de este público veterano reconoce. El diálogo entre las generaciones resulta inevitable. En sus dos discos, que le han valido tres nominaciones a los Grammy y el aplauso unánime de la crítica, suenan canciones de John Coltrane, por supuesto, uno de sus ídolos (a ver si encuentran por ahí a otro niño fan de Coltrane) y temas de Thelonious Monk, Hancock, Dizzy Gillespie, Charly Chaplin o el mítico ‘Over the rainbow’.

Los críticos dicen que hay que abstraerse de su edad para disfrutarlo por completo, pero hay que señalar que el jazz, un estilo surgido en todo tipo de antros y tugurios, aparece aquí servido con la extraña sobriedad de un preadolescente. El resultado resulta muy elegante, y el público responde con entusiasmo a sus solos y a los del resto del trío: un batería y un contrabajo que le dan el empaque a este sobresaliente concierto. Antes, hemos podido disfrutar de Decamino, una banda local que se disputa el premio que cada año lanza el Portón del Jazz, ubicado en un lugar en el que aguantar insectos es lo peor que va a pasarte. Lo demás es siempre gloria y disfrute. El festival continúa los próximos viernes con una programación estupenda, pero sólo quedan entradas para Perico Sanbeat el 21 y Kenny Garrett el 28 de julio. Por favor, agótenlas.

Txema Martín .

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