Dice Wikipedia que José Losada Carrete nació en Antequera en 1941, pero el dato es tan solo aproximativo. El clavo ardiendo al que podemos agarrarnos es una partida de bautismo que indica que sí, que más o menos debió venir el bailaor al mundo en aquellos años, los de la hambre. Lo de que fuese en Antequera constituye un argumento tan definitivo como, a la vez, circunstancial: la biografía de nuestro hombre se resuelve, esencialmente, entre El Perchel de su primera juventud, donde se crió bailando junto a La Paula; y el Torremolinos a cuyo esplendor turístico contribuyó hasta consolidar en El Jaleo la posibilidad de consagrar una vida entera al baile flamenco como sustento y como inspiración. Son así en torno a 65 los años que Carrete lleva dándole al taconeo, aprendiendo de unos pocos y enseñando a muchos, cerrando bares con Camarón, conquistando Japón con Chiquito de la Calzada, soñando con bailar junto a Fred Astaire, su mayor inspiración (era un chavea aún el que entonces vio al inmortal bailarín en la gran pantalla un día en que una impronta definitiva quedó grabada para siempre), sobreviviendo a los de su generación, al olvido implacable y si hace falta al mismo Torremolinos, donde sigue haciendo lo suyo, enseñando, cautivando, dándole razón y sentido a un arte en extinción. Aunque su magisterio nunca ha dejado de ser reivindicado tanto por los de su quinta como por agentes del relevo como la gran Rocío Molina, hubo, de alguna forma, un acontecimiento señalado para el rescate de Carrete en virtud de lo que realmente era: un genio único, inclasificable y libre. Fue en la segunda edición de la bienal Málaga en Flamenco, allá por 2007, cuando se estrenó en la ciudad el espectáculo Yo no sé la edá que tengo, una creación de José Luis Ortiz Nuevo que hacía por primera vez justicia con Carrete al presentarlo como el verdadero Fred Astaire gitano. Por derecho. Con aquel mismo trabajo Carrete se metió el Teatro Lope de Vega de Sevilla en el bolsillo en una jornada histórica; después llegaron otro espectáculo, Carrete íntimo; la biografía Carrete, al compás de la vida, escrita por el periodista Francis Mármol y el investigador y divulgador del flamenco Paco Roji; y Carrete de Málaga. 60 años bailando, otro montaje que revisaba su trayectoria y que se estrenó en julio de 2015 en el Teatro Echegaray. Sin embargo, para que no haya dudas, el Teatro Cervantes acogerá hoy a las 20:00 el homenaje definitivo con el estreno del espectáculo Señorialmente, escrito y dirigido de nuevo por Ortiz Nuevo con la colaboración de los citados Francis Mármol y Paco Roji y que servirá, o eso dicen, para anunciar la retirada del artista.
Será Señorialmente un homenaje con oferentes de lujo. El plantel de artistas anunciado incluye a Estrella Morente (con quien ya coincidió Carrete en una inolvidable cita en Singulares, el ciclo que habitó en aquella misma bienal Málaga en Flamenco), José Valencia, Juan José Amador, Miguel Ángel Astorga y Aroa Martín, entre muchos otros, al cante; así como a Antonio Soto, Juan Requena, y Luis Santiago, sólo por citar a algunos, al toque; y a Carmen González, Sergio Aranda, Ramón Martínez, Sebastián Jiménez, Luisa Chicano y demás ases al baile. Eso sí, especial mención merece la presencia de Tomasito, ya que si alguien puede considerarse digno heredero del pulso eléctrico, libre, ácido, caótico y disciplinado de Carrete, ése es el jerezano. El merecedor del tributo se mostraba ayer emocionado, pleno de ilusión, como dispuesto a estrenar el mismo juguete con el que lleva jugando desde hace 65 primaveras: "A mí me han creado el mundo y el viento", dijo ante los medios, con la misma libertad de la que hace gala al expresarse mediante el verbo, y agradecido por la oportunidad concedida para debutar en el Teatro Cervantes: "No me podía creer que un niño de la calle llegaría algún día a este teatro. He sido un niño privilegiado, soy feliz. Lo tengo todo, porque siempre he tenido suerte. Ya sólo me falta ver mi nombre junto al de Fred Astaire en el Broadway ese". Ni que decir tiene que el Broadway ese se caería enterito si lo vieran en acción. Alguien debería promoverlo. Lo de retirarse es cosa de viejos.
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