Además, Fernández Montes anda en otra guerra y en otras ocupaciones como para pensar en 'Popeye' y sus promociones. Ahora él está preocupado en enviar saludos a otra gente. Hola, guerrero Elías; hola, guerrera Margarita. Bendodo y Del Cid, esa es su batalla. Lo quieren desalojar de su hábitat natural, el poder, Torremolinos. Su poder, su Torremolinos. Apeado de la Alcaldía, Fernández Montes lucha por controlar el partido de su localidad, palanca indispensable para volver al ansiado trono. Para ello apela a una regeneración del Partido Popular en ese municipio. Y lo hace sin temblarle el pulso y sin que se le escape la risa, él que lleva 42 años al frente del PP de Torremolinos. Una regeneración de él mismo. Un eterno renacer es lo que propone.
Los ayuntamientos turísticos, con permiso de las cloacas populares de Madrid, parecen especialmente vulnerables a las corrupciones, los clanes cainitas y los personajes más o menos estrafalarios. Políticos de aluvión. Una gama que va desde el ínclito Jesús Gil a ese concejal de Carboneras que, como Fernández Montes, no es corrupto pero participa de la pantanosa filosofía del todo vale. El concejal de Carboneras, el guerrero Pascual, después de reflexionar no encuentra nada censurable en que un tipo como 'Popeye', asesino confeso de trescientas personas, terrorista y torturador, sea el cartel -o el cártel- publicitario de su pueblo. «Quiero que mi pueblo sea el mejor del mundo». No importa cómo. Y se jacta del número de visitas que ha tenido el vídeo promocional. Al menos Fernández Montes no ha caído en eso. Lo más parecido que se conoce a su alrededor es aquella amenaza que profirió un militante de su entorno contra un oponente político al que prometió arrancarle las orejas de un bocado si se lo cruzaba por la calle. No. Por suerte, el exalcalde de Torremolinos no anda encargando vídeos a gente de baja estofa aunque él siga con la estopa y sin acabar de entender que aunque todos los caminos lleven a Roma no todos son dignos de transitar y llega un momento en que lo mejor es quedarse en casa.
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