Las protestas del taxi van a volverse en su contra como un efecto búmeran y sin taxímetro
No hace falta tener muchas nociones en futurología para poder predecir que el desembarco en Málaga de una nueva compañía dedicada al alquiler de vehículos con conductor provocará una batería de protestas y zapatazos en el mundo del taxi. Uber, que ya opera en las principales ciudades de todo el mundo, va a volver a poner en tela de juicio la exclusividad del taxímetro y la dificultad que tienen las alternativas para implantarse en nuestro modo de vida. Los taxistas, no se puede negar, han hecho los deberes últimamente; se han puesto las pilas y han mejorado algunos aspectos de su servicio, pero estos progresos, tímidos sobre todo en algunos conductores de la vieja escuela, se han visto ensombrecidos por las violentas protestas que han desarrollado al albor de lo que consideran una brutal injusticia. La situación se encuentra en estos momentos en una batalla judicial que resulta mucho más civilizada que la campestre y en la que el Tribunal Supremo deberá tomar una decisión pronto. Mientras tanto, el Congreso acaba de blindar el equilibrio entre estos sectores autorizando un máximo de 1 licencia de VTC por cada 30 de taxi. A algunos les parecerá suficiente, para otros será una barbaridad, pero la realidad es que esa proporción no se cumple en casi ninguna ciudad española.
El trasfondo de todo va mucho más allá de este medio de transporte, y radica en la llegada del otro, en las arenas movedizas en el que se sumergen ciertas profesiones ante la llegada de lo nuevo. Hay un montón de gremios afectados por la tecnología. Por ejemplo han desaparecido los videoclubes, hay profesiones enteras en peligro, como la traducción, y otras que han tenido que actualizarse a la velocidad de la fibra óptica, como el periodismo. A ninguno de estos gremios les hemos visto hacer tanto ruido, agredir a nadie ni quemar nada. De hecho, hay pocas circunstancias en la vida que se no se hayan visto beneficiadas en líneas generales por el advenimiento de la competencia.
Las últimas concentraciones del gremio les han hecho un escaso favor a su campaña y han favorecido su propio descrédito, la 'taxi borroka' que han organizado sus asociaciones han incluido el lanzamiento de cócteles molotov, quema de coches, agresiones, instintos mafiosos y movilizaciones cruentas en general que no corresponden con el momento y el lugar en el que vivimos, todo ello mientras siguen disfrutando en la práctica del mismo monopolio que han tenido siempre. Dicho de otro modo, contemplar las imágenes de taxistas en cólera es la herramienta de publicidad más poderosa para usar otro servicio de transporte. Ante la llegada de Uber, los taxistas prometen actuar «con contundencia», y Málaga entera puede echarse a temblar. Que tengan cuidado con esto porque, si siguen con el empleo de la violencia en las protestas, toda su lucha puede volverse en su contra con un efecto búmeran que no llevará taxímetro.
Txema Martín
No hay comentarios:
Publicar un comentario