¿Qué puede emocionar a un presidente de los Estados Unidos de América hasta el punto de hacerle saltar las lágrimas?
Durante ocho años ha vivido bajo la mirada continua del mundo entero, tomando decisiones que, de alguna manera, nos afectan a todos, y en un país, que, digan lo que digan, el racismo sigue presente en el subconsciente de muchos de sus compatriotas.
Obama pasará a la historia por su intento de reforma sanitaria, su defensa de una política energética limpia, su tentativa por controlar la venta y posesión de armas, por la normalización de relaciones con Cuba… y por la ejecución de Bin Laden.
Yo me quedo con su extraordinario sentido del ritmo musical, el swing, el ragtime y todo lo que huela a movimientos acompasados. Sus fiestas con invitados consagrados como Springsteen, BB King, Mick Jagger o la Band Perry, en las que Barack cogía el micrófono y emulaba a Ray Charles.
Y recuerdo cómo cantó “Amazing Grace” en una iglesia metodista de Charleston en el funeral por varias personas asesinadas en aquella ciudad de Carolina del Sur.
“Todos nosotros cometemos errores”, dijo. “Y a medida que envejecemos, aprendemos que no siempre podemos controlar lo que sucede, ni aunque seas presidente. Pero sí podemos controlar cómo respondemos ante el mundo y cómo nos tratamos mutuamente”.
! Bye President. Nice to meet you !
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