lunes, 24 de abril de 2017

Cuidado con moverles la silla ... por Domi Del Postigo

El temporal de Levante pretende llevarse también las sillas de la malagueña calle Carretería en Semana Santa. Resulta más que curioso que la pretendida causa de la pelea que formó el folloncillo del Lunes Santo en Málaga, previo a las avalanchas del Jueves Santo en Sevilla, fuese la disputa por algunas de esas sillas colocadas por vecinos de la zona en primera línea de trono. Pero esas sillas están ahí desde hace décadas y ahí seguirán, me temo, «hasta que San Juan baje el dedo», frase que me decía mucho mi madre...

El dedo de San Juan
Llegados a este punto, quizá convendría preguntarse el porqué del dicho, algo que, curiosamente, jamás hice yo pero ahora hago, cuando mi madre vive ya sólo en mi memoria. Al evangelista se le representa siempre con el dedo en alto, señalando al cielo, por haber sido según la Biblia el único profeta que señaló a Jesús de Nazaret en persona: «He aquí el cordero de Dios». Comprendo ahora, por primera vez, el origen de la retranca en el rostro y en el soniquete de su voz, la ironía que ponía mi madre cada vez que me decía aquello. Una variante laica del mismo asunto es decir: «cuando Colón baje el dedo», el mismo dedo levantado con que señala a América convertido en estatua. A priori resulta tan problemática la obstrucción de la acera por una silla de pago que por una silla de costumbre. Una silla de playa, del salón de la casa, de tijera de la terraza, un taburete del baño, un sofá, incluso, yo he visto de todo en ese desparramado crisol del ya inexistente proletariado.

Tribuna de los pobres

Si el problema es habilitar pasos controlados cada cierto tramo de vía, como en el recorrido oficial, para que no se produzcan fricciones, pues que se habiliten. Que se acordonen o limiten pasillos con vallas fijas perpendiculares a la calzada para que esos tramos no puedan ser ocupados. Y que haya presencia policial adecuada a los horarios y la aglomeración esperada según los días y las cofradías que por allí siguen pasando. Pero que ésta no sea otra ocasión para circunscribir más aún las procesiones a las zonas vips de la ciudad. Ni para, en caso contrario, que a alguien se le ocurra cobrar por sentarse en la llamada con intencionalidad de lucha de clases «Tribuna de los Pobres», y menos ahora que en octubre se cumplirá el centenario de la Revolución Rusa.

Psicosis colectiva

Habría que buscar en la falta de educación de algunos, en la impaciencia y la ansiedad generada por los tiempos en que invertimos tres horas al día mirando y tecleando la pantalla del móvil, entre otros factores, el origen de las peleas. Y las consecuencias en el temor colectivo de que cualquier zumbado gritando consignas fanáticas se cree legitimado según para provocar sufrimiento y caos. París vuelve a estar de luto esta semana, y todas las personas sensatas y mínimamente de bien, precisamente por eso. Y no abundo más en ello porque es lo que buscan quienes siembran el terror, convertirse en protagonistas de los medios y que florezca el miedo en quienes los siguen. Pero cuidado con prohibir sin más o multar por llevarse una silla a la calle para sentarse al fresco o al incienso, porque sería grande el agravio comparativo con la Alameda y la calle Larios, bloqueadas con sillas de pago y tribunas mamotréticas que recuerdan otros tiempos, además de afear una zona tan sensible durante días tan turísticos.

Seducción cofrade

Quienes amamos la Semana Santa, pero en nuestro contexto histórico, insistimos en que las cofradías tienen que seducir a la ciudad, no imponerse, para que nadie dude de su derecho a colonizarla. Habría que reflexionar sobre esto cada vez que dejamos atrás la Pasión, intentamos limpiar los pegotes de cera negruzca del suelo del casco histórico y se desmonta la tribuna oficial. Tomar pequeñas y grandes decisiones y, sobre todo, seguir caminando por la vía del servicio a la comunidad más necesitada y consolidar la calidad procesional a la que se ha ido llegando en los últimos años. Porque pese a la incuestionable cultura judeocristiana y la impronta barroca del Sur, somos un Estado aconfesional, y una profesión de Fe tan «invasiva» no se entenderá con el tiempo si no es desde la complicidad de todos para valorar la magnífica Semana Santa que tenemos, cada uno en lo que la aprecie y utilice: desde la Fe católica (no olvidemos que la cristiandad de la Reforma no procesiona imágenes), la tradición, la identidad idiosincrásica, el interés antropológico e historiográfico, la admiración por la artesanía y la imaginería religiosas, el reclamo económico que supone, etc.).

Stop corrupción



Más de seis metros ha llegado a tener una de las olas que han golpeado el litoral malagueño por este temporal que nos ha sorprendido, tras los días de veranillo adelantado, saliendo por la vía de Tarifa. Pero no ha podido barrer la sospecha de que en Madrid un fiscal jefe ha querido echarle una manita a un corrupto... Porque hoy es sábado.

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